La Paradoja de Fermi (9/12): Los viajes interestelares son imposibles
Una de las formas más directas de solucionar la Paradoja de Fermi es esta: los viajes interestelares son imposibles.
Veamos, supongamos que tenemos una civilización extraterrestre a "solo" doscientos años luz. Esta civilización puede haber detectado la Tierra, puede saber que alberga vida gracias a su composición atmosférica. Pero saber que alberga vida inteligente es mucho más difícil. Hace doscientos años la mejor señal de que en la Tierra había una civilización es la existencia de la agricultura. Ahora bien, conseguir desde otro sistema solar imágenes de la Tierra suficientemente precisas para detectar nuestros campos de cultivo no es precisamente fácil, se requiere un telescopio de tamaño tan considerable que sinceramente dudo que eso sea posible.
Así que, en resumen, las civilizaciones extraterrestres puede que estén en sus mundos de origen, incapaces de detectarnos y de saber que aquí les estamos buscando.
Otro elemento a tener en cuenta es pensar qué sucede si ponemos en la galaxia a una civilización extraterrestre que se expande por las estrellas. La respuesta es que, de ser así, esta civilización coloniza toda la galaxia en un tiempo sorprendentemente breve. Incluso a una velocidad "baja", pongamos solo 300 km/s, toda la galaxia quedaría colonizada en "solo" 50-100 millones de años.
¿Mucho tiempo? Sí, pero poca cosa comparada con los 14.000 millones de años que grosso modo tiene el universo.
Así que, en resumen, de ser posible el viaje interestelar resulta difícil explicar por qué no está toda la galaxia colonizada. Debería haber extraterrestres aquí mismo... A menos que los viajes interestelares sean imposibles.
¿Pero lo son?
Recordemos que la historia de la exploración espacial tripulada no es precisamente rutilante. 56 años después del primer vuelo tripulado solo dos países tienen naves tripuladas. Hace 45 años que no visitamos la Luna, que está aquí al lado. El primer viaje a Marte se prevé de aquí a 20 años y, de aquí a 20 años, seguirá estando previsto a 20 años vista. En estos momentos toda nuestra presencia tripulada se limita a una estación espacial con 6 personas. El espacio es un medio increíblemente hostil, donde la gravedad es diferente, no hay comida, combustible, escasea el agua, la radiación te puede matar e incluso falta el aire. Si no somos capaces de colonizar la Luna ¿vamos a ir a las estrellas?
La historia de la exploración espacial automática es más exitosa. Hemos visitado todos los planetas al menos una vez. Tenemos sondas estudiando el Sol, Venus, Marte, los asteroides, Júpiter, Saturno e incluso 3 que están saliendo del Sistema Solar. Visto lo visto, visitar las estrellas no parece tan difícil... O tal vez sí. El problema son las distancias. Neptuno está a 4 horas luz del Sol. La estrella más cercana está a 4 años luz, unas 9000 veces más lejos. Si a eso unimos que ya tardamos
años en llegar a Neptuno (13 años en la última propuesta de la NASA), tenemos un tiempo de viaje de decenas de miles de años para un viaje interestelar.
Aquí reside el problema. ¿Cómo lograr que una nave (tripulada o automática) resista un viaje de miles de años? La respuesta es que no se puede, así que solo nos queda aumentar la velocidad.
Casi todo lo que hacemos en el espacio lo hacemos gracias a la propulsión química. Esta no va a mejorar mucho pero podemos buscar formas de propulsión alternativas. Con motores iónicos y energía nuclear (dos tecnologías a nuestro alcance) podemos alcanzar fácilmente los 300 km/s, mucho más que con la propulsión química. A pesar de eso, un viaje a la estrella más cercana sigue siendo de 4000 años. Casi nada.
¿Podemos ir más rápido? Parece que sí pero no hay ninguna alternativa viable de momento. Proyectos como el Lighsail prometen alcanzar velocidades mayores, nada más y nada menos que 60.000 km/s... Suficiente para llegar a la estrella más cercana en 80 años. Claro que son proyectos y con sondas muy pequeñas... Y, aunque una sonda probablemente pueda resistir 80 años, un ser humano no lo va a hacer (a menos que se recurra a cosas como naves generacionales, hibernación, etc).
¿Podemos ir aún más rápido? Probablemente no. La naturaleza juega malas pasadas, el problema no sería tanto alcanzar dichas velocidades sino resistirlas. Y es que el impacto contra un humilde átomo de hidrógeno a 10.000 km/s tiene su cosa y el de un grano de polvo es suficiente como para volatilizar toda la nave. Existe un límite, no podemos decir cuál, pero siendo optimistas (o sea, suponiendo que no vas a chocar con nada mayor de dos átomos) posiblemente sea en torno al 30% de la velocidad de la luz.
Y, aunque fuera posible ¿ve usted a la humanidad gastando semejante cantidad de recursos? Yo tengo mis dudas. Incluso aunque lo intentáramos es probable que el coste sea astronómico.
Por supuesto, la idea de que el viaje interestelar es imposible no va a gustar a los tecnooptimistas. Alegarán (con razón) que lo mismo se dijo de los vuelos en avión y del viaje espacial. Dirán que hay formas de viajar más rápido que la luz, como el motor de Alcubierre. Tal vez tengan razón. Espero sinceramente que tengan razón. Pero, en tal caso, ¿por qué no los hemos visto por aquí?
Otra pega es que las distancias no son necesariamente tan grandes. Las estrellas se mueven. Así, puedes esperar sentado a que la estrella más cercana esté mucho más cerca y entonces lanzarte a por ella a una velocidad más reducida y asequible. Vale, tendrás que esperar miles de años, pero ¿seguro que nadie lo ha hecho antes?
Etiquetas: ciencia, divulgación
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