Crítica: El ascenso de Skywalker
Por fin tenemos, por tercera vez, la conclusión de la saga Star Wars. Tras El despertar de la fuerza, una película que arrancaba muy bien pero que termina siendo un plagio encubierto, y la arriesgada (y a mi juicio superior) Los últimos Jedi estaba por ver cómo lo hacía la todopoderosa Disney para concluir la trilogía con George Lucas fuera del escenario. Y el resultado es, por decirlo suavemente, decepcionante.
AVISO: crítica SIN spoilers
Al igual que las dos anteriores, la película tiene un ritmo trepidante. Pero en esta ocasión el arranque es atropellado y el resto de la película no mejora esa sensación. Si en las dos primeras trilogías los personajes se desplazan por unos pocos planetas en cada capítulo (entre 1 y 4, concretamente) en esta película el plan consiste en hacerlos circular por cuantos más planetas mejor, que se note que somos Disney y tenemos pasta para gastar.
Para colmo, da la sensación de que no se ha planificado la trilogía. En El despertar de la fuerza se planteó un villano (Snoke) y un origen misterioso de Rey; en Los últimos Jedi, sin embargo, se destruyó lo construido matando a Snoke y revelando que los padres de Rey eran unos don nadie. Ahora, en este episodio IX, J J Abrams decide destruir lo que construyó el episodio VIII y, además, Disney fuerza a usar concept art que Lucas dejó para el episodio VII. Por lo tanto, no es de extrañar que si uno intenta construir un episodio final de una trilogía que ha carecido de rumbo y lo hace con conceptos que deberían haber aparecido dos películas atrás, el resultado va a ser un desastre. Intentando "salvar" lo que no gustó del episodio VIII no solo no lo logran sino que, en algunos aspectos, empeoran los problemas que dejó el episodio VIII. Si en las dos primeras trilogías se intentó crear una historia, en esta parece que lo único que han sabido hacer es crear una moralina: "puedes romper con tu pasado" y "el pueblo unido jamás será vencido".
Como resultado, se fuerza la acción sin que haya una lógica detrás. La lógica es, precisamente, algo de lo que el episodio IX no anda sobrado. Los imprevistos y giros de guión resultan bochornosos. En un periodo de apenas unas horas una nave se puede prender fuego, repararse, estrellarse y volverse a reparar, lista para la batalla. Naves abandonadas durante décadas -incluso sumergidas en agua- son plenamente operativas. Se va de planeta en planeta sin una justificación clara, puedes matar a alguien y resucitarlo después, hay personajes que se quedan con la palabra en la boca, a los propios personajes les parece inverosímil un giro de los acontecimientos, al malo le parece bien que le trastoquen sus planes y así un largo etcétera. Preocupados por salvar "el momento" con situaciones con gancho, se olvidan de tener un punto de vista más amplio que dé sentido al conjunto. Según los rumores, el guion pasó por múltiples reescrituras, se filmaron dos horas más de lo que muestra el montaje final y se tuvieron que hacer filmaciones de última hora. La receta perfecta para el desastre, vamos. Pero no hubiera sido la primera vez que una película condenada al fiasco se salva in extremis en el montaje. Sucedió con la Star Wars original y también con Gladiator. No es el caso de este filme, que comete incongruencias de bulto.
Si Los últimos Jedi adolecía de un exceso de personajes, esta película agrava el problema. Tenemos a los de siempre, retornos esperados y, para colmo, añadimos unos cuantos más. Como resultado, el director se ve obligado a dejar en la estacada a ciertos personajes. En esta ocasión el más beneficiado es C3PO, que da los mejores momentos humorísticos de la película, mientras que los más perjudicados son BB8 (robot que cumplió con holgura esa función en el VII) y Finn (con el que cometen una de las mayores tropelías de la película). El personaje de Kylo Ren sigue sin saberse muy bien para qué está: se ha pasado toda la trilogía yendo y viniendo del lado oscuro, quitándose el casco para volvérselo a poner y luchando con Rey una vez, otra y otra. Como he comentado antes, cuando intentan captar tu atención con algo que se supone transcendente es que debería ser así, de lo contrario al final solo causa tedio y confusión. En el otro extremo cabe mencionar que solventan brillantemente el problemón que dejó el fallecimiento de Carrie Fisher, lo que lo convierte -para mí- en el principal mérito del film.
Por último, cabe comentar que el escenario final es oscuro, indefinido y monocromático. Es la única vez que en Star Wars vi una oscuridad semejante, solo cercana a algunos momentos del episodio VII. Ni siquiera los momentos más oscuros de El imperio contraataca o La venganza de los Sith resultaron tan poco definidos. Este cambio de estética no fue de mi agrado, ahí lo dejo.
En resumen, este episodio IX pasa por ser una película entretenida, con muchos efectos especiales y acción a raudales y cuyo principal mérito es salvar el papelón que dejó el fallecimiento de Carrie Fisher. Como contrapunto, la indefendible falta de coherencia de esta trilogía se ve acrecentada por un guion y una dirección que lo único que aportan es recurrir a la nostalgia y esperar que con una acción desbordante el público no se dé cuenta de sus múltiples despropósitos.
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