lunes, junio 10, 2024

Crítica: La parábola del sembrador

La parábola del sembrador es una novela de Octavia Butler, autora afroamericana de la que ya reseñé en su momento la excelente Alba y que, si no la conocen, se la están perdiendo.

Conviene indicar que la parábola del sembrador es un pasaje de la Biblia. En él, Jesucristo menciona a un sembrador que lanza semillas, parte cae en el camino y es devorada por los pájaros, otra parte cae en terreno pedregoso y no puede echar raíces, otra parte cae entre espinos y es ahogada por la vegetación, finalmente una parte cae en buen terreno y puede germinar. En la parábola, Jesucristo se compara con ese sembrador; sabe que sus enseñanzas solo prosperarán en ciertos individuos. La novela convierte esta parábola en uno de los ejes centrales de la historia puesto que, como veremos, la protagonista funda una nueva religión.


La novela (escrita en 1993) nos presenta un futuro desolado por el cambio climático, en el que las precipitaciones son escasísimas y la sociedad estadounidense está colapsando. Algunas comunidades se aferran a la civilización fortificando sus barrios contra las bandas de delincuentes y desheredados. La última droga de moda convierte a la gente en pirómana (?!). Para los desesperados, algunas empresas ofrecen trabajo en "ciudades-empresa" que, en realidad, no son más que una elaborada forma de esclavitud (donde, no se lo pierdan, las deudas pasan de padres a hijos). Se reportan casos de canibalismo.

La protagonista de la obra es Lauren Olamina, una adolescente afroamericana que vive en una comunidad que intenta resistir. Con naturalidad, una serenidad un tanto impropia de su edad y sin caer en la moralina ni en el dramatismo, Lauren nos narra la caída al precipicio de lo poco que queda del imperio estadounidense. Cuando, como se ve venir, su propia comunidad es arrasada, Lauren tendrá que exponerse al exterior para tratar de sobrevivir.

Como avanzaba, la religión juega un papel clave en la obra. El padre de Lauren es un pastor y ella crea su propia religión: earthseed. A pesar de que al principio son ideas inconexas que escribe para sí misma, conforme las páginas pasan va cobrando importancia y, poco a poco, las personas que rodean a Lauren se ven interesadas en esa nueva religión. De nuevo, no hay moralina, no hay fe como tal, no hay milagros, no hay predicadores... Todo se desarrolla de forma natural, como si se tratara de una inexorable ley de la naturaleza y no queda claro (al menos en este primer libro de la saga) qué intencionalidad tiene la autora (defender el fenómeno religioso, criticarlo, diseccionarlo...).

El estilo de la obra es notable. Escrito en primera persona, con una protagonista adolescente, no se detiene en florituras. Frases cortas y sencillas pero maravillosamente hilvanadas. El libro se devora con suma facilidad y la autora utiliza todos sus recursos para mantener al mismo tiempo la facilidad de lectura, una elegante fluidez y una marcada emotividad. Buena parte del mérito lo tiene en la habilidad que tiene para mantener el ritmo. Como ya he comentado, la acción se desarrolla de forma muy natural. La autora no pretende sorprendernos con giros de guion ni cliffhangers. Se ven venir de lejos los dramas y la inevitable caída a la barbarie y, a pesar de todo, duelen de todas formas.

La combinación de ambiente apocalíptico, narración en primera persona y prosa sencilla pero cuidada recuerda gratamente a El cuento de la criada.

En resumen, La parábola del sembrador es una excelente novela de ciencia ficción ambientada en un apocalipsis climático, en la que prima la desintegración social y escrita son sublime sencillez. Su ritmo narrativo elude los trucos habituales y crea una historia que se desarrolla con una naturalidad tan sorprendente que produce envidia. La historia no se cierra del todo, en especial en lo referente a la religión, lo que deja al lector un tanto perplejo respecto a qué pretende la autora.


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