Crítica: Anta
Anta es una novela de David Monteagudo, autor de literatura generalista (la más conocida de sus obras de Fin, adaptada al cine) que se ha adentrado en ocasiones en la ciencia ficción, como es el caso que nos ocupa. La obra salió editada por Libros del Futuro tras ganar la I Edición del Premio Carbonell Castillero y, por tanto, encaré su lectura con altas expectativas.
La novela está ambientada en un planeta llamado Aridia, que tiene unas características muy peculiares. De entrada, es plano, sin que lleguemos a conocer su extensión total. Su superficie está compuesta por una corteza ácida y, sobre ella, se desliza El Edificio, una inmensa construcción de un kilómetro de base y otro de altura, en el que viven todos los aridianos. El Edificio se desplaza en línea recta por la superficie de Aridia, impulsado por la fuerza motriz de sus habitantes, a la insignificante velocidad de un centímetro al día. Los aridianos están confiados de que su esfuerzo les llevará al paraíso a pesar de que, a la ridícula velocidad a la que se mueven, ninguno de los que habitan El Edificio lo llegará a ver. Una vez al año, los terrestres envían a un explorador para que se infiltre en El Edificio, recopile todos los datos que pueda, salga de allí y redacte un informe.
La narración se divide en nueve capítulos (para ser más precisos, abre la obra un informe técnico sobre Aridia, al que siguen ocho capítulos). El informe técnico es, curiosamente, la pieza más deliciosa de la novela. Tras su apariencia densa, el autor despliega sus mejores armas literarias, logrando una lectura fácil y absorbente, en la que se nota el amor que siente Monteagudo por la mecánica. Los capítulos 1-8 contienen la historia del protagonista, que se desarrolla con naturalidad, si bien el primer capítulo chirría un poco al forzar ciertos cambios que deberían hacerse desarrollado con más tiempo.
La prosa de Monteagudo es notable. Su dominio del lenguaje resulta soberbio, en especial lo acertado de la elección de las palabras en las descripciones (ya he comentado que el informe técnico es delicioso). Los diálogos los consideré frescos y vivos, pero un tanto abruptos (en especial el mencionado capítulo 1, que hubiera valido la pena desdoblar en dos y que tal vez quedara así por limitaciones de espacio).
La obra se presta a numerosas interpretaciones. Buena parte del acierto de la novela se asienta en los datos sorprendentes y contradictorios, que arrojan serias dudas de qué estamos leyendo y nos hace sospechar que hay más de lo que parece en la superficie. Irónicamente, cuanto más se avanza, menos sabemos y una segunda lectura de la noveleta desvela facetas que nos pasaron desapercibidas en la primera. Ya he explicado que Aridia es un mundo plano. Se supone que los aridianos no son humanos pero, sin embargo, un humano completamente desnudo pasa desapercibido entre ellos. El año aridiano también es, qué casualidad, de 365 días. No daré más datos para no destripar la novela pero, en resumen ¿qué es Anta? ¿Es, como se nos anuncia, una novela de exploración de un mundo extraño? ¿Es una denuncia del empleo monótono y sin propósito de nuestra sociedad? ¿Es una alegre defensa del trabajo mecánico y manual? ¿Es una crítica al poder, pretendidamente científico y racional? ¿Es una advertencia de nuestra pérdida de individualidad para adaptarnos a un mundo absurdo? ¿Es una defensa de la búsqueda de nuestro lugar en el mundo? Posiblemente tenga un poco de todo eso y esa es uno de los grandes logros de la obra.
En resumen, Anta es una excelente novela corta de ciencia ficción con toques surrealistas que, sin llegar a los extremos del género weird, hará las delicias de quienes gusten de autores como Franz Kafka, Philip K. Dick o Guillem López. Nos presenta un mundo a caballo entre lo creíble y lo inverosímil en el que la interpretación es compleja. Con un estilo notable, en especial la parte técnica y las descripciones, y una prosa al mismo tiempo rica y suave, solo puede reprochársele que eché de menos uno o dos capítulos más para que la historia se desenvolviera con mayor naturalidad.
Etiquetas: crítica, literatura
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