Crítica: Fundación (serie)
Fundación es una serie de Apple TV basada en la célebre saga de Fundación de Isaac Asimov, libros que han constituido la iniciación al género de la ciencia ficción para generaciones de lectores. Adaptar una serie de libros tan icónica era arriesgada, aunque después de ver excelentes adaptaciones como El señor de los anillos, Juego de tronos o The witcher y sabiendo que la todopoderosa Apple estaba detrás del proyecto, muchos fans la esperaban como LA serie.
Empecemos por el principio. Si lo que busca es una adaptación fiel al libro, esta no es su serie. Se toma muchas licencias, algunas lógicas y comprensibles, otras no. Adaptar Fundación de forma literal, tal y como la escribió Asimov, era prácticamente imposible. El libro original no daba para una serie sino, como mucho, para 5 capítulos. Por añadidura, en cada parte de la Fundación original cambian los personajes, cosa que hubiera desalentado a los espectadores. Y, para rematarlo, el libro (que tiene claros tintes detectivescos) carece de humor, acción o sexo, ya sabe, ese tipo de cosas que dan audiencia.
Así pues, Apple decidió inventarse cosas. Muchas. Así, crean historias amorosas, pasados para los personajes e inventan religiones. Hasta aquí, nada que objetar. Es más, lo mejor de Fundación son todos los detalles que inventan sobre la dinastía imperial, que en los libros la se menciona de refilón mientras que aquí ocupa un papel central. Muy destacables la idea de una dinastía de clones, del reinado simultáneo de 3 emperadores y de la asistente robótica (1). Si a usted le gustaron las tramas políticas de Juego de Tronos, esta parte es una verdadera gozada.
Hay licencias justificables. Resulta imposible defender algunas de las ideas que escribió Asimov en 1942-1951, como el amor por lo nuclear (2) o una visión de la sociedad que hoy consideraríamos machista (3) pero es que la ciencia ficción no pretende ser una predicción del futuro. Apple cambia el sexo de algunos personajes y les da cierta diversidad racial, más de acuerdo con lo políticamente correcto (4). Era lógico que introdujera líos amorosos y acción para que los espectadores no se aburrieran.
El problema empieza cuando, además de inventarte cosas, no respetas el planteamiento original. De entrada, no han copiado prácticamente una sola línea de diálogo de Asimov. No porque no les gustara cómo escribía el buen doctor sino porque decidieron que, bueno, para hacer la serie podían saltarse a la tolera el argumento del libro. Recordemos que los libros se basan en la idea de que los grandes acontecimientos históricos se pueden predecir mediante la una nueva ciencia llamada psicohistoria. Pues bien, la serie incluye la psicohistoria, sí, pero la mayor parte de lo que sucede es producto de acciones individuales. La incongruencia es tan grande que resulta imposible, a pesar de toda la cháchara con la que intentan hacernos comulgar, quedar convencido. ¿En qué quedamos, se puede predecir el futuro a siglos vista o necesitamos que venga la heroína a pegar tiros?
Ah, que han decidido hacer una serie de acción y eso. Bueno, sí, pero la acción resulta poco convincente y en algunos casos un tanto bochornosa, con giros de guion inverosímiles. Han preferido aferrarse a los cliffhangers para mantener al espectador enganchado al asiento que crear una historia creíble de principio a fin. Con el paso de los capítulos el bochorno va en aumento y se llega a la esperpéntica situación de que, cuando se llega al final, los guionistas tienen que dedicar varios minutos de tiempo a justificar tanto despropósito.
Las interpretaciones son muy convincentes, en especial la del Hermano Día, interpretado por un magistral Lee Pace que logra transmitir un amplio abanico de matices. Es una lástima que unos actores tan sólidos no puedan lucir más por culpa de un guion resbaladizo.
Los efectos especiales son los esperables para una superproducción, aunque a veces se nota por dónde recortan.
Estéticamente, resulta un extraño collage. No parece que hayan tenido muy clara cuál iba a ser la estética de la serie y de ello se deriva estilismo y escenarios a veces brillantes pero a veces poco convincentes. Así, por ejemplo, la estética que rodea la familia imperial parece sacada de los estilos de principios del s. XX (todo un acierto) pero la armadura de Hermano Día es más propia de los Carnavales de Cádiz que del Emperador Galáctico. Algunas naves son futuristas mientras que otras son una extraña mezcla de cosas que han encontrado por ahí. Y podríamos seguir un buen rato, pero cabe terminar con otro fallo de difícil justificación es que algunos escenarios no transmiten la necesaria grandeza (5), cosas de un presupuesto limitado.
En resumen, Fundación es una serie que se puede calificar de entretenida. Se puede disfrutar de grandes actuaciones, unos efectos y ambientaciones decentes y una trama de la familia imperial que quita el aliento. Por contra, si lo que buscaba es fidelidad a los libros de Asimov, va soltar espumarajos por la boca. Incluso sin ser un talibán asimoviano, la serie ya no es que no respete la obra de Asimov sino que cae en ridículos intentos de lograr enganchar al espectador mediante cliffhangers en lugar de resultar mínimamente coherente.
(3) La cuestión no es tanto que en el libro se use energía nuclear sino que esta es la vara de medir de la civilización y el progreso. A los lectores actuales, muchos de ellos antinucleares, les puede parecer chocante.
(4) En el libro prácticamente todos los personajes y, sobre todo, todos los más importantes son hombres. Las mujeres pasan de refilón y, por si fuera poco, no se las considera aptas para el combate. Lo normal para un libro escrito a mitad del siglo XX, vamos. Respecto a la raza, es lógico que la serie refleje la diversidad racial de la humanidad. Bueno, más o menos, porque los personajes parecen sacados de los EE.UU.
(5) Por ejemplo, es completamente inverosímil que el principal templo de una de las religiones más importantes de toda la galaxia sea un montón de piedras desgastadas sin decoración alguna y, por añadidura, dicho templo esté aislado, sin ninguna ciudad alrededor.
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