domingo, julio 24, 2022

Crítica: La ciudad que nos unió

La ciudad que nos unió es una novela de fantasía de la aclamada N.K. Jemisin, la primera de la saga de Grandes Ciudades. Los lectores del blog probablemente ya la conozcan gracias a otras obras altamente recomendables, como La Quinta Estación. Se trata de una autora de fantasía "pura" (o sea, no "cientificada" al estilo de Rothfuss o Sanderson), muy exitosa, muy premiada y que destaca especialmente por sus originales tramas y la vertiente social de las mismas. Tiene un estilo delicioso cuando es directo y menos interesante cuando es más pausado.

Vale, el libro promete. Una vez hechas las presentaciones, vamos al grano.

La trama es tremendamente original. Las ciudades pueden cobrar vida en el sentido literal del término. Sin embargo, el proceso de nacimiento es bastante complicado (sin spoilers). Y, para colmo, puede torcerse por mala suerte o invasión enemiga. Ahora le toca nacer a Nueva York, varios distritos se encarnan en personas: Manny (Manhattan), Bronca (Bronx), Brooklyn (Brooklyn), Padmini (Queens) y Aislyn (Staten Island) se despiertan con los poderes de sus distritos y deben, de súbito, entender qué demonios está pasando y unir fuerzas para hacer frente a un enemigo que amenaza con destruir toda la ciudad.


Desde la primera página, queda claro que Jemisin sabe escribir. Como lector, devoras cada frase, sintiendo que cuenta y que te deleites con la lectura. Los personajes principales están bien dibujados y la autora les da un transfondo con el que enfatizas rápidamente con ellos.

Este no es el primer libro de fantasía de Jemisin que leo. Hay, sin embargo, una notable diferencia entre La ciudad que nos unió y otras obras de Jemisin. Esta es fantasía pura. Por supuesto, la trilogía de la Tierra Rota es fantasía, pero es una fantasía científica y domesticada, que obedece reglas y es predecible. Los Cien Mil Reinos bebe de la mitología hinduista, por lo que sigue las reglas y arquetipos de este. Por el contrario, La ciudad que nos unió es salvaje, no sigue ninguna regla salvo las suyas propias y eso lo hace más (o menos) atractivo según los gustos de cada cual. En mi humilde opinión, la novela habría sobresalido si se hubiera aplicado más lógica. Por ejemplo, solo dos ciudades (Sao Paulo y Hong Kong) ayudan a Nueva York en su complicado nacimiento; el libro proporciona una explicación al respecto, pero en mi opinión resulta poco convincente (tal vez sería traer un enfrentamiento masivo demasiado pronto y lo está reservando para más tarde). Peor resulta el giro final de la trama que, para salvar la situación casi causa un deux ex machina completamente fuera de contexto.

La ciudad que nos unió está ambientada en Nueva York alrededor de 2020. Cuanto más sepa sobre este lugar y momento, más lo disfrutará. De lo contrario, se perderá algunas referencias. Por otro lado, la ambientación tan específica hará que el libro sufra el paso de los años.

Como es habitual en Jemisin, el libro tiene dobles lecturas en el ámbito de lo social. No parece casualidad que la alt-right apoye a quienes quieren destruir la ciudad, que el racismo y la gentrificación sean enemigos de la ciudad, que Nueva York se encarne en forma de un mendigo afroamericano... Podríamos seguir, pero imagino que se capta la idea. Probablemente este sea el libro más personal de Jemisin, aquel en el que implica más sus ideas en la trama de la historia. No obstante, logra integrarlas en la misma sin que resulte forzado.

Uno de los principales defectos del libro es que se repite mucho. Tenemos 5 personajes deben unir sus fuerzas para enfrentar a un enemigo que amenaza con destruir Nueva York… ¿No le ha quedado claro? Repitamos: 5 personajes deben unir sus fuerzas para enfrentar a un enemigo que amenaza con destruir Nueva York… Pero repitámoslo unas cuantas veces más, por si a alguien no le ha quedado claro. En cambio, otros conceptos quedan poco explicados, entiendo que para no destripar demasiado al arranque de la saga.

En resumen, La ciudad en la que nos convertimos es una novela asombrosamente imaginativa, con buena escritura, personajes notables y una nada disimulada vindicación social. Su principal problema es que la trama carece de peso y lógica.


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