miércoles, noviembre 01, 2023

Crítica: Capital e ideología

Capital e ideología es un ambicioso libro de economía, historia, sociología y política de Thomas Piketty, economista francés que se ha convertido en autor fetiche de la izquierda europea. Ya reseñé en su día el monumental El capital en el siglo XXI; este, con sus más de 1200 páginas no se queda corto.

Capital e ideología retoma buena parte de los temas ya tratados en El capital en el siglo XXI, fundamentalmente cómo han ido evolucionando las desigualdades económicas, los ingresos y la acumulación de capital en los últimos tres siglos. Del mismo modo, también apoya sus tesis en montañas de datos (1) y usa elementos de la cultura popular (novelas, series de televisión...) para ilustrar estos hechos. No obstante, lo hace con un corpus teórico más robusto, amplía el abanico de países (India, Japón, Brasil...) y, finalmente, se trata de una obra más personal pues da rienda suelta a sus propuestas económicas y políticas para este siglo XXI.

Se trata de una obra que tiene un marcado carácter divulgativo, pues no resulta necesario saber gran cosa de economía para entender los razonamientos, pero no resulta tampoco una lectura fácil. Esto es debido a que, unido a su carácter divulgativo es también una obra académica, lo que requiere precisión y extensión. En particular, el estilo a veces alambicado (extiende y extiende las frases para no dejar ningún cabo suelto, ganando con ello precisión pero perdiendo frescura), una extensión a veces excesiva (resulta útil saber, p.e., cómo han evolucionado las elecciones en el Reino Unido, el problema viene cuando las detalla todas y cada una, cosa que es un tanto innecesaria y se podría haber ventilado bastante más rápido para un libro de divulgación, aunque es comprensible para un libro académico), en ocasiones al recurso a las siglas (si uno no conoce, como es mi caso, las siglas de los partidos políticos de la India, se ve obligado a volver atrás una y otra vez a ver a quién se está refiriendo) y, por último, a unos gráficos en blanco y negro que a veces cuesta de leer (si pones en un mismo gráfico de líneas a Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania y todas las líneas están pintadas en diversas tonalidades de gris, el galimatías va a ser importante). Otra crítica que se le puede hacer es que, a veces, salta de un tema a otro en los capítulos.

Entrando en materia ¿qué nos narra Piketty en las 1200 páginas de Capital e ideología?

  • Toda cultura tiene una teoría sobre la desigualdad que pretende justificar esta. A partir de esta ideología se articulan las leyes, la moral y los conceptos. Parte de esta justificación es hipócrita (p.e. critica mucho el discurso de Francia tras la Revolución, pues la desigualdad incluso aumentó durante el siglo XIX) pero también se necesita que tenga un viso de credibilidad. En la actual el discurso es meritocrático pero en el pasado existían estamentos mucho más rígidos y se suponía que cada uno cumplía una función específica.
  • La mayor parte de los conflictos se plantean en este libro en términos de cómo se dirimen las cuestiones de "propiedad" (es decir, qué tipos de propiedad existen, cómo se transmiten, qué impuestos se les debe aplicar... (2)) y de "frontera" (los parámetros que delimitan "mi comunidad" y cómo se relaciona esta con las demás (3)). Piketty nos obliga a reflexionar sobre estos conceptos, llevándonos a plantearnos que existen diversas formas de responder a estas preguntas.
  • Gran parte de las sociedades humanas de la antigüedad se han basado en 3 estamentos: los guerreros, los sacerdotes y el "tercer estamento" (el vulgo, vamos). Cada una de estas clases tenían un propósito bien definido (respectivamente: defender las fronteras y mantener el orden, fijar las costumbres y la transmisión cultural y producir alimentos y servicios) y la sociedad se mantenía en un delicado equilibrio entre la opresión por parte de los dirigente y el consentimiento de dicho estado. A estas las llama sociedades trifuncionales. En las sociedades tradicionales las dos primeras clases formaban entre un 2 y un 20% de la población y su disminución puede ser causa o consecuencia de las grandes revoluciones (4). Como es de esperar, los dos estamentos altos concentran una sorprendente cantidad de propiedades, en especial en aquellos lugares en los que son poco numerosos (5).
  • Dedica un capítulo entero al esclavismo. Como no podía ser de otra forma, informa que las sociedades con alta penetración de la esclavitud son muy desigualitarias. Sorprende más que la lógica propietarista que, como su nombre indica, favorece a los que tienen más propiedades, se lleva a veces hasta las últimas consecuencias. Así, cuando Gran Bretaña abole la esclavitud en 1833, se indemniza a los propietarios de esclavos pero no a los esclavos (6) El ejemplo de Haití es aún más bochornoso: se declara independiente en 1804, Francia le concede la independencia tras una cruenta guerra a cambio de que Haití pague "indemnizaciones" por la pérdida que supone liberar a los esclavos. Las "indemnizaciones" (que se llevan buena parte del presupuesto estatal haitiano) se terminarán de pagar en 1950. Ejemplos de este tipo, por desgracia, abundan. Así, los esclavos del sur de EE.UU. no serán indemnizados tras su emancipación (7) y serán los siervos rusos los que tendrán que indemnizar a sus antiguos señores de 1861 a 1910.
  • Los regímenes coloniales se montan para beneficio de los colonos y de la metrópoli. Una población de colonos es muy minoritaria (alcanza el 10% en los casos más generosos como el de Sudáfrica y Argelia, pero generalmente no pasa del 1%). Como es de esperar, son también sociedades muy desigualitarias. Los servicios (transportes, educación...) se montan para beneficio de los colonos, al igual que los impuestos, que penalizan especialmente a los nativos. Justo antes del estallido de la I Guerra Mundial, los dos principales imperios coloniales (Francia y Gran Bretaña) tienen invertidos en sus colonias más dinero del que hay en la metrópoli y reciben jugosos beneficios en torno al 5% de su PIB (Francia) y 8% (Gran Bretaña).
  • La India ocupa un papel fundamental, pues no solo se trata de la mayor democracia del mundo sino que, además, ha seguido una evolución propia, independiente de occidente. Tradicionalmente, la población india se divide en 4 varnas (aka "castas"): bramanes (sacerdotes), ksatriyas (guerreros), vaishyas (trabajadores con cierto rango) y sudras (trabajadores aka "intocables"). Cada una de ellas está compuesta de multitud de jatis (8). A pesar de la fama que tiene la India de que esta organización es inmutable, ha habido una profunda evolución a lo largo de los siglos, con influencias cambiantes y castas que ascendían o descendían del escalafón según la conyuntura. La llegada de la dominación inglesa, curiosamente, produjo la congelación de estas varnas y jatis (9) por interés del colonizador (que no tenía mucha idea de qué estaba colonizando, además de que muchas jatis aprovecharon la conyuntura para reclamar estatus que no les correspondían tradicionalmente). Un aspecto que utilizará en capítulos posteriores es que los bramanes, además de ser los sacerdotes (aunque un 40% tiene otros empleos para subsistir), son los que concentran el saber indio y no tanto las propiedades. Tras la independencia, la India emprendió importantes programas de discriminación positiva hacia las castas bajas y las "tribus no clasificadas" (10), con resultados mucho mejores que los de los EE.UU. o Sudáfrica.
  • La gran divergencia que se produce entre el siglo XV y el XVIII entre Europa y el resto del mundo tiene diversas causas, pero Piketty se centra en la creciente presión fiscal europea (11), que consigue recaudar cada vez más fondos para sufragar múltiples programas (como unos ejércitos fabulosos) aunque realmente da para poco más que mantener el orden. Esto viene dado, probablemente, por la feroz competencia entre las naciones europeas. Otras regiones del mundo como el Imperio Otomano y China no incrementaron su presión fiscal (12) y, en consecuencia, sufrieron debacles militares a partir del siglo XIX. Japón resulta el contrapunto y demuestra que políticas decididas pueden modernizar el país en un tiempo récord.
  • Entre 1914 y 1945 se produce en Occidente el desmoronamiento de las sociedades propietaristas, siendo 3 las causas principales: surgimiento del socialismo y comunismo, fin del colonialismo y las dos guerras mundiales (fruto de la competencia extrema entre los diversos países) (13). El socialismo impuso medidas revolucionarias como los impuestos progresivos. El comunismo impuso las expropiaciones masivas (hasta el punto de hacer desaparecer el capital a gran escala salvo el estatal) y el impago de la deuda externa. La independencia de las colonias supuso más expropiaciones y más impagos de deuda (14). Finalmente, las dos guerras mundiales, además de la destrucción de capital en forma de edificios, obligó a los estados a nuevas medidas para saldar sus enormes deudas, entre las que se encontraron más impuestos progresivos, más expropiaciones y la inflación (15). Piketty destaca que durante el periodo 1945-1970 se produce un fuerte crecimiento económico y lo liga a las políticas mencionadas (16).
  • Las sociedades socialdemocráticas (1945-1980) no terminaron de cuajar debido a diversos motivos. En primer lugar, no atacaron de raíz el tema de la propiedad, que siguió siendo esencialmente privada (con una importante participación de empresas públicas), con las honrosas excepciones de Suecia y Alemania que introdujeron la propiedad compartida entre capitalistas y trabajadores (17). En segundo lugar, no consolidaron la igualdad de oportunidades en educación. En tercer lugar, no supieron regular el tráfico de capitales entre países. Desde 1980, las desigualdades vuelven a crecer en todo Occidente, pero se disparan en los EE.UU. por culpa  de la congelación del salario mínimo, una derogación temprana de los impuestos progresivos y lo un acceso a la educación superior muy elitista (18).
  • El capítulo dedicado a los regímenes comunistas resulta -pecado en un libro de 1200 páginas- demasiado corto. Mientras dedica páginas y páginas a quién gana las elecciones en Francia o Gran Bretaña, aquí se ventila la historia de la Unión Soviética en pocas páginas. Se centra en el gran error económico de la URSS (la anulación de la iniciativa privada a toda escala, con consecuencias especialmente desastrosas cuando se hace a escala de la pequeña-mediana empresa) y soslaya los grandes dramas humanitarios del régimen (19). Carga las tintas -y con razón- contra la terapia de shock a la que se abocó a Rusia (20), mientras que otros países salieron del comunismo de forma más gradual, ordenada y justa. Actualmente Rusia es un país bastante desigualitario (del orden de los EE.UU.), no existen los impuestos progresivos y escasos controles sobre los movimientos de capital (21). Al final, el fracaso del comunismo, paradójicamente, reforzó el neoliberalismo, que ya estaba rampante y abocó a los países occidentales a disparar la deuda para mantener la paz social.
  • China ha logrado una transición más exitosa hacia el capitalismo, si bien considera que sus bases teóricas, fiscales y estadísticas son débiles y deben mejorarse.
  • Respecto a Europa del Este, choca considerablemente ver que los movimientos de capitales de Europa del Este hacia Europa Occidental superan ampliamente los movimientos inversos vía los Fondos de Cohesión (22).
  • En la actualidad, existe diversos grados de desigualdad en el mundo, desde las sociedades más igualitarias como en Europa (aunque más desigualitarias que entre 1945-1980), a desigualdades moderadas (China), grandes (EE.UU., Rusia, India) y muy grandes (Golfo Pérsico). Los datos fiscales son, sin embargo, muy deficientes en muchos países y en algunos casos incluso han empeorado recientemente por culpa de la supresión de algunos impuestos (23). Piketty propone reforzar las bases de datos de propiedades, ingresos, etc y cruzarlas para una mayor justicia social (24). Entre 1980 y la actualidad, la mayor parte de países ricos se han embarcado en una carrera por aumentar la deuda pública y los activos de los bancos centrales, un camino que han mantenido el barco a flote pero que no parece tener más recorrido. Mientras todo esto sucedía, la ideología neoliberal se desplegaba sin mordazas (25).
  • Los partidos de izquierda, que fueron entre 1950 y 1980 votados masivamente por una clase popular compuesta por gente con pocos estudios y recursos, se han convertido paulatinamente en partidos de votantes con altos niveles de estudios (26), con independencia de si están o no bien posicionados económicamente, lo que le lleva a proponer el mote de "izquierda bramán" (27). Debido a que las personas que han recibido mucha educación tienden a prosperar más y que la educación universitaria se ha encarecido notablemente en algunos países, hay lugares en los que la izquierda es más votada por la gente con más recursos (28). Las personas con menor titulación se sienten abandonadas por esta "izquierda bramán" (29) y su participación en las elecciones disminuye paulatinamente. A eso se le unen otros conflictos como los religiosos, étnicos e inmigratorios. Los inmigrantes, que sienten el rechazo de los partidos de derecha, votan masivamente a la izquierda, lo que introduce una nueva variable en la intención de voto. El sistema actual es de élites múltiples, lo que complica el panorama electoral.
  • A partir de 1980, mientras los partidos de izquierda abrazaban con entusiasmo la globalización, las clases de formación más baja se sienten paulatinamente más desencantadas. Su participación en los procesos electorales disminuye y su voto deja de ser claramente izquierdista. A partir del año 2000 empiezan a surgir nuevas formaciones políticas (de izquierda y de derecha) que intentan atraer ese voto. La mayor parte son lo que Piketty llama "socialnativistas": contrarios a la globalización y la inmigración (30). Advierte seriamente contra la tentación del socialnativismo, dado que se trata de un movimiento de derechas que, de momento, no tiene intención de aplicar redistribución de riqueza (31).
  • Es escéptico respecto a la construcción europea, al menos tal y como se ha hecho hasta ahora. La libre circulación de capitales y mercancías junto a una moneda única pero faltos de una política fiscal común y redistribución de dinero entre países ha producido una intensa competencia entre estados y un dumping fiscal que merma la capacidad de recaudación de la UE. Además, la UE requiere amplias mayorías o incluso la unanimidad para cambiar las reglas de juego, lo que hace casi imposible emprender reformas de calado. Piketty propone un modelo de cómo podrían evolucionar las cosas para crear una Unión Europea verdaderamente federal, con unos impuestos comunes, si bien él mismo reconoce que puede tratarse de una vía implausible (32).
  • Dedica unas breves páginas a la cuestión catalana, enmarcándola en el eje estudios&ingresos versus apoyo a la independencia. De forma no sorprendente, encuentra que la gente con más estudios y más ingresos son más independentistas. Falla, sin embargo, al no cribar según los orígenes culturales (33). Acierta al señalar el componente egoísta del independentismo catalán (34) y se pregunta si el plan del independentismo es convertir Cataluña en la Luxemburgo del sur. Al igual que en el caso de Europa en su conjunto, le parece una pésima idea la competencia fiscal entre diversas CC.AA.
  • Como contrapunto de los casos europeo y estadounidense, nos presenta otras democracias como Japón, la India y Brasil. En Japón, el conflicto político es entre los tradicionalistas y los modernizadores, lejos del eje izquierda-derecha al que estamos acostumbrados. En el caso de la India, el Congreso Nacional Indio (de ideología conservadora y laica) dominó el panorama político del país durante muchas décadas, atrayendo a electorado de todo tipo. Con el paso de las décadas las castas altas se cansaron de las políticas favorecedoras de las minorías entre las que se encontraban, oh sorpresa, los musulmanes. Nació así un nuevo panorama entre el CNI (que sigue siendo conservador y laico), la izquierda (que siempre ha estado allí y aglutina las clases bajas, independientemente de su casta y religión) y el BJP (marcadamente antimusulmán y votado especialmente por las castas altas). Así, mientras en la Europa y en EE.UU. los bloques antagónicos de difuminaban con un escenario de elites múltiples, en la India la división se fortalecía (CNI+izquierda contra el BJP). En Brasil ha sucedido otro tanto, el Partido de los Trabajadores atraía inicialmente tanto gente de bajo extracto como las elites antidictadura, mientras que ahora es el partido de la gente humilde, frontalmente enfrentado a una derecha elitista y desacomplejada. Con esto Piketty nos muestra que es factible volver a crear un conflicto entre clases económicas, si surge la oportunidad y hay voluntad de ello.
  • El capítulo final es el más personal, nos presenta sus propuestas para superar el capitalismo en lo que él denomina un "socialismo participativo" (35): participación de los empleados en las decisiones de las empresas, impuesto progresivo de la renta, impuesto progresivo de patrimonio, recirculación de los bienes, renta básica, reformas agrarias (36), impuesto al carbono, igualdad en la educación (37), redistribución por edad (38), mayor participación ciudadana mediante referendums, mayor cooperación internacional en materia económica... Piketty concluye que él mismo no tiene todas las respuestas, que debe ser la sociedad la que, mediante una deliberación colectiva y fundamentada en hechos, determine cuáles son las mejores medidas a tomar.
En resumen, Capital e ideología es una obra monumental, cargada con montañas de datos, que repite buena parte de lo que ya contó El capital en el siglo XXI pero cumplimenta esa información con la inclusión de otros países (India, Brasil...), el análisis del colonialismo y el esclavismo y la introducción de nuevas variables como el feminismo o la justicia climática. El análisis de las sociedades pasadas sigue siendo impecable, si bien en este libro Piketty está más desmelenado, mientras en El capital en el siglo XXI no atribuía a una política económica determinada un crecimiento mayor/menor de la economía, en este da abundantes datos que, aparentemente, desmienten mantras neoliberales como que una política de bajos impuestos contribuye a un mayor crecimiento económico.

Se trata de un libro en el que la ideología tiene un peso fundamental y obliga a reflexionar sobre cómo gira la propiedad, las leyes y las relaciones humanas en torno a esta. Una reflexión necesaria en un mundo en el que, básicamente, se ha impuesto una única ideología (la neoliberal) y se ha vendido que esta esta es la única posible. En este aspecto el libro debe tomarse de forma más prudente, pues no existe la "ideología correcta", aunque sí que existen ideologías (in)capaces de lograr lo que se pretende de ellas.

Piketty desvela sus posturas izquierdistas, a favor de una mayor igualidad y de redistribución de la riqueza e internacionalistas. Por ello, el libro va a gustar a las personas de la "vieja" izquierda y va a obligar a una profunda reflexión a las personas de la "nueva" izquierda (que no terminan de entender por qué hay grandes masas de personas pobres que estén votando a la derecha). Las personas nacionalistas y derechistas probablemente lo van a rechacen sin más (que es más o menos lo que han venido haciendo hasta ahora), aunque pueden extraer conclusiones útiles de sus líneas (39). Sus propuestas, muy interesantes, deben tomarse como eso, propuestas sujetas a debate.


(1) Por desgracia, demasiados economistas y políticos pontifican las ideas que surgen de sus lindas cabecitas sin datos que respalden sus posturas.
(2) ¿Se debe permitir la propiedad privada? En caso afirmativo ¿fijamos un tope máximo a la misma? ¿Se deben grabar las transmisiones? ¿Es la propiedad privada inviolable? La respuesta a estas cuestiones es profundamente ideológica.
(3) ¿Mi comunidad está fijada por mi frontera legal? ¿Hay elementos dentro de mi estado que considero que no forman parte de mi comunidad? ¿Mi comunidad está formada por personas de una determinada religión? ¿Una persona de fuera de mi frontera legal puede entrar a formar parte de mi comunidad? ¿Se puede privar a alguien de su nacionalidad? De nuevo, la respuesta a estas cuestiones es profundamente ideológica.
(4) Aunque no lo dice explícitamente, aquellas sociedades con menor proporción de estas clases altas resultan más avanzadas.
(5) Esto resulta contraintutivo y merece una explicación. Básicamente, en todas partes la riqueza que está en manos de la nobleza y la Iglesia viene a ser similar, pero en aquellos países con mucha clase noble y clergal, existen también bastantes nobles y clérigos pobres, mientras que en aquellos países con pocos nobles y clérigos, casi todos están bien acomodados. En resumen: el pastel para las clases altas viene a ser el mismo, solo que se reparte entre más o menos gente.
(6) Recuérdese que en aquella época los impuestos no eran en absoluto progresivos. Es decir, que son las clases populares las que terminaron pagando las indemnizaciones a los ricos propietarios de esclavos. Sobran comentarios.
(7) Se prometió a los esclavos que tras la victoria del norte se entregaría a los esclavos "una mula y 40 acres de tierra", promesa que hubiera sido factible tras la victoria y la ocupación militar y que hubiera evitado 100 años de segregación racial y pérdida de derechos civiles, pero que fue rápidamente olvidada en Washington. Los afroamericanos, no obstante, no olvidaron esta traición y por ese motivo la) productora de Spike Lee se llama precisamente "40 acres & a mule".
(8) Puede parecer complicado, pero en el fondo las jatis no son más que grupos organizados en torno a un territorio y una profesión. Sería algo así como si consideráramos los productores de acero de Toledo una jati, con costumbres diferentes a los alfareros de Toledo y los productores de acero de Cuenca. Una gran diferencia, no obstante, es que en las jatis indias hay costumbres alimentarias y de relaciones matrimoniales mucho más cerradas, mientras que en Europa estas distinciones no se tenían tanto en cuenta.
(9) Para aumentar la confusión, tanto varnas como jatis se traducen alegremente como "casta", cuando una varna se compone de multitud de jatis.
(10) Se refiere a los pueblos, culturas, etc que ni siquiera están encuadrados en el sistema de castas. Todo no hindú pertenece a esta categoría.
(11) Hacia 1500 las principales potencias europeas (Francia, España y Turquía) recaudaban unas 150-200 toneladas de plata al año. Hacia 1750 Francia ya recaudaba 1000 toneladas, España e Inglaterra rondaban las 800 y Turquía seguía sin llegar a las 200 toneladas. Si se cuentan los ingresos en "jornadas" por persona y año, en ese mismo periodo las naciones europeas suben su presión fiscal de 2  a 12, mientras que Turquía sigue estancada en 2.
(12) De hecho va más allá. Tanto el Imperio Otomano como China eran países con escasa presión fiscal (aprox, 2% del PIB), pocos empleados públicos, una política de laissez faire y donde se gastaba lo que se ingresaba. Según la mantra neoliberal, deberían haber sido estos los triunfadores. Pues no, quienes triunfaron en la carrera fueran quienes hipertrofiaron el Estado, crearon más funcionarios públicos, intervinieron la economía y se endeudaron.
(13) Este capítulo y algunos de los que siguen sobre la evolución del capital, rentas, salarios, etc en el siglo XX reproduce lo que ya expuso Piketty en El capital en el siglo XXI.
(14) A modo de ejemplo, buena parte de la deuda pública del Imperio Ruso estaba en manos de los franceses. La recién creada Unión Soviética decidió no pagar esa deuda, al considerarla ilegítima, lo que produjo enormes pérdidas a los capitalistas franceses y, de paso, fue uno de los motivos que provocó la intervención "blanca" y la Guerra Civil Rusa (hasta los años 50 del siglo XX era práctica habitual invadir un país que se negaba a pagar la deuda). Por supuesto, todos los grandes propietarios de Rusia perdieron sus propiedades con la nacionalización, lo que produjo más pérdidas a los capitalistas.
(15) Se suele llamar -y con cierta razón- a la inflación como un impuesto encubierto. Durante doscientos años, los títulos de deuda pública se consideraron una inversión segura, incluso cuando el estado en cuestión se endeudaba hasta las cejas (como le pasó a Gran Bretaña durante las Guerras Napoleónicas). La "solución" pasaba por pagar la deuda a toda costa, motivo por el cual los títulos de deuda pública se consideraban una apuesta segura. Volviendo al ejemplo de Gran Bretaña, esta tardó casi cien años en reducir su deuda a niveles aceptables, con una inflación casi nula y unos intereses de la deuda cercanos al 5%. Huelga decir que, como los impuestos no eran progresivos, al final eran las clases trabajadoras las que terminaban pagando a los ricos propietarios de la deuda. Tras las dos Guerras Mundiales este escenario ya no era aceptable y se optó por generar inflación. Los títulos seguían aportando ese 5% de interés a sus tenedores, pero con una inflación mayor (pongamos 10%) con cada año que pasaba al estado le era más fácil saldar su deuda y los tenedores estaban, en el fondo, perdiendo dinero.
(16) En El capital en el siglo XXI Piketty era más cauto y decía, simplemente, que estas políticas no parecían haber mermado el crecimiento económico.
(17) Sí, los trabajadores de Suecia y Alemania se sientan en los consejos de dirección, de tú a tú con los que poseen el capital. Aunque Piketty no lo menciona, esto tiene interesantes consecuencias, como que los trabajadores luchan porque los accionistas reciban el mínimo dinero posible (de ahí que el potencial económico real de Alemania esté infravalorado en bolsa) y que tienen mayor interés que los accionistas en que la empresa subsista a lo largo de las décadas (a un capitalista le puede interesar sangrar a una empresa para ganar dinero a corto plazo aunque la empresa se vaya a la quiebra a largo plazo, mientras que es más probable que un trabajador desee conservar su puesto de trabajo durante décadas).
(18) Para aclararlo: en Europa la universidad está fuertemente subvencionada por el Estado, lo que permite el acceso de las familias con recursos no demasiado boyantes. Para las familias de los EE.UU. el coste de acceso a la universidad es mucho mayor, lo que dificulta la entrada a las clases bajas. Así pues, en EE.UU. la universidad es un elemento separador de clases sociales. 
(19) Me chocó especialmente que "demostrara" que la vida en la URSS mejoró en los años 30-40, en medio de las purgas, el Holodomor y la II Guerra Mundial. Dado que el gráfico es "en comparación con los países occidentales" y que estos padecieron el crack del 29, el supuesto "milagro" stalinista no lo es tanto.
(20) Muchos activos fueron malvendidos precipitadamente a rusos que habían obtenido pequeñas fortunas de forma sospechosa.
(21) En Rusia el impuesto sobre la renta es del 13% y no existe impuesto de sucesiones, con independencia de lo que se ingrese o herede. Sí que existe un impuesto progresivo sobre el patrimonio, con un tipo máximo del 2%. El capital que ha huido de Rusia a paraísos fiscales equivale, más o menos, a lo que produce Rusia en un año.
(22) Los Fondos de Cohesión son unas transferencias monetarias que anuncian a bombo y platillo las autoridades de la Unión Europea hacia los países más pobres (básicamente, la cuenca del Mediterráneo y los países del antiguo bloque comunista). No obstante, este flujo palidece respecto al dinero que sale de los países del este y llega a los países más ricos. El motivo es que en Europa del Este invirtieron muchas empresas occidentales y estas, en cuanto tienen beneficios, los repatrian a sus matrices. Choca mucho que en la prensa occidental no se mencione este "pequeño" detalle pero en esos países son bien conscientes de ello y aquí radica buena parte de la desilusión que sienten hacia la Unión Europea.
(23) Para que se entienda: si no se recauda impuesto sobre herencias no es urgente recoger datos sobre herencias.
(24) Cita por ejemplo las protestas de los chalecos amarillos, que se soliviantaron por un impuesto sobre los carburantes (que muchos ciudadanos de a pie gastan para trabajar o ir a trabajar) mientras que los millonarios que viajan en jet privado no pagan impuesto sobre el queroseno. Tampoco hace falta ser muy inteligente para entender que una mayor colaboración entre países lucharía más eficazmente contra la evasión fiscal.
(25) Hayek, uno de los grandes popes del neoliberalismo, mostró en varias ocasiones su predilección por una dictadura que respetara la propiedad privada frente a una democracia que no lo hiciera. A pesar de criticar duramente los regímenes comunistas, no le tembló el pulso a la hora de defender la dictadura de Pinochet. Se mostró radicalmente opuesto a los impuestos progresivos pero no parecía hacerle ascos a los regresivos. Aún más relevante es su propuesta de régimen "ideal": restringir el derecho a voto a mayores de 45 años (adiós a las veleidades izquierdosas de la juventud), solo para personas de elevada reputación profesional (por supuesto, él y sus adláteres van a estar en esa categoría, los demás ya lo tienen más complicado) y denegarlo a los funcionarios públicos (porque según él resulta un contrasentido que los funcionarios tengan derecho a voto sobre el estado que les paga la nómina, la idea al menos sería coherente si la extendiera a, no sé, los consejos de dirección de una multinacional). Al final resulta que Hayek propone volver a la democracia censaria, al más puro estilo de la Edad Media. Muy del siglo XXI no parece, la verdad.
(26) Piketty considera que se debe a que la gente que ha tenido la oportunidad de estudiar en el sistema público hasta la universidad está agradecida al Estado y, en consecuencia, desea la continuidad de dicho sistema. Es posible que esta sea la causa, pero la explicación no resulta concluyente. He leído otras posibles explicaciones que parecen verosímiles y podrían jugar cierto papel.
(27) Recuérdese que la varna de los bramanes destaca especialmente por su elevado nivel educativo, no tanto por su posición económica.
(28) El efecto se ve claramente en Estados Unidos, donde las matrículas universitarias son mucho más caras que en Europa. Se cierra así el círculo: las clases adineradas pueden enviar a su hijos a la universidad y estos pueden conseguir buenos trabajos con los que enviar a sus hijos a la universidad, mientras que las clases bajas se ven expulsadas del sistema. Para colmo, resulta que muchas universidades disponen de fondos valorados en cantidades astronómicas (el mayor, el de Harvard, tenía 53000 millones de dólares en 2021). Sí, ha leído bien. Si cobran caras las matrículas es porque quieren.
(29) El hecho de que su nivel de vida se haya estancado o incluso empeorado mientras que las clases pudientes hayan prosperado mucho más tiene mucho que ver.
(30) Piketty reniega del término "populista" porque puede usarse para definir ideologías muy diferentes (ultraderecha, ultraizquierda, movimientos independentistas...).
(31) Teniendo en cuenta que la izquierda tampoco es últimamente hábil en lo de disminuir las desigualdades, es una advertencia insustanciada.
(32) Dedica bastantes páginas a su modelo, que consistiría en crear una Asamblea Europea formada por parlamentarios procedentes de los congresos nacionales. Su idea es que, al ser parlamentarios de ambas cámaras simultáneamente, tendrían más capacidad de influir en sus respectivos países a favor de la construcción europea.
(33) No se le pasa por alto que hay una influencia cultural pero parece desconocer que esta depende en gran medida de la inmigración: las personas con origen en otras zonas de España (y sus hijos) tienen menor interés por la independencia y, como todos los inmigrantes, tienen también menor patrimonio e ingresos. En otros apartados ha sido muy cuidadoso a la hora de cribar las diversas variables, pero no es el caso de este.
(34) El célebre "Espanya ens roba", o "expoli fiscal".
(35) El nombre "socialismo" levantará polvareda, pues evoca al socialismo al estilo soviético pero Piketty indica que es para rememorar el positivo legado dejado por la socialdemocracia europea.
(36) Se refiere a la expropiación de los grandes latifundios para redistribuirlos entre las clases populares.
(37) En el caso francés, que él conoce mejor, la mayor parte de la educación es pública. Sin embargo, no se invierte lo mismo en todos los alumnos, ya sea porque unos dejan la educación antes ya sea porque unos van a escuelas más elitistas.
(38) Los jóvenes tienen menos capital que las personas mayores porque no les ha dado tiempo de acumularlo. Eso lastra sus posibilidades de invertir, montar un negocio, estudiar, comprarse una casa, etc. Eso no afecta tanto a quienes vienen de familiar pudientes, claro está. Lo que propone es dotar a todos los jóvenes con un capital interesante con el que limar esas desigualdades.
(39) Básicamente, no existe ningún "gen" en las clases populares que las convierta en nacionalistas. Recuérdese que durante muchos años el internacionalismo fue dominante en la clase obrera, la cual se opuso con más fervor a los conflictos bélicos y al colonialismo que las clases dominantes. Si la "nueva derecha" quiere atraer los votos de las clases populares, debe complementar su discurso social nativista con medidas económicas favorables a estas.

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