Crítica: Capital e ideología
Capital e ideología es un ambicioso libro de economía, historia, sociología y política de Thomas Piketty, economista francés que se ha convertido en autor fetiche de la izquierda europea. Ya reseñé en su día el monumental El capital en el siglo XXI; este, con sus más de 1200 páginas no se queda corto.
Capital e ideología retoma buena parte de los temas ya tratados en El capital en el siglo XXI, fundamentalmente cómo han ido evolucionando las desigualdades económicas, los ingresos y la acumulación de capital en los últimos tres siglos. Del mismo modo, también apoya sus tesis en montañas de datos (1) y usa elementos de la cultura popular (novelas, series de televisión...) para ilustrar estos hechos. No obstante, lo hace con un corpus teórico más robusto, amplía el abanico de países (India, Japón, Brasil...) y, finalmente, se trata de una obra más personal pues da rienda suelta a sus propuestas económicas y políticas para este siglo XXI.
Se trata de una obra que tiene un marcado carácter divulgativo, pues no resulta necesario saber gran cosa de economía para entender los razonamientos, pero no resulta tampoco una lectura fácil. Esto es debido a que, unido a su carácter divulgativo es también una obra académica, lo que requiere precisión y extensión. En particular, el estilo a veces alambicado (extiende y extiende las frases para no dejar ningún cabo suelto, ganando con ello precisión pero perdiendo frescura), una extensión a veces excesiva (resulta útil saber, p.e., cómo han evolucionado las elecciones en el Reino Unido, el problema viene cuando las detalla todas y cada una, cosa que es un tanto innecesaria y se podría haber ventilado bastante más rápido para un libro de divulgación, aunque es comprensible para un libro académico), en ocasiones al recurso a las siglas (si uno no conoce, como es mi caso, las siglas de los partidos políticos de la India, se ve obligado a volver atrás una y otra vez a ver a quién se está refiriendo) y, por último, a unos gráficos en blanco y negro que a veces cuesta de leer (si pones en un mismo gráfico de líneas a Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania y todas las líneas están pintadas en diversas tonalidades de gris, el galimatías va a ser importante). Otra crítica que se le puede hacer es que, a veces, salta de un tema a otro en los capítulos.
Entrando en materia ¿qué nos narra Piketty en las 1200 páginas de Capital e ideología?
- Toda cultura tiene una teoría sobre la desigualdad que pretende justificar esta. A partir de esta ideología se articulan las leyes, la moral y los conceptos. Parte de esta justificación es hipócrita (p.e. critica mucho el discurso de Francia tras la Revolución, pues la desigualdad incluso aumentó durante el siglo XIX) pero también se necesita que tenga un viso de credibilidad. En la actual el discurso es meritocrático pero en el pasado existían estamentos mucho más rígidos y se suponía que cada uno cumplía una función específica.
- La mayor parte de los conflictos se plantean en este libro en términos de cómo se dirimen las cuestiones de "propiedad" (es decir, qué tipos de propiedad existen, cómo se transmiten, qué impuestos se les debe aplicar... (2)) y de "frontera" (los parámetros que delimitan "mi comunidad" y cómo se relaciona esta con las demás (3)). Piketty nos obliga a reflexionar sobre estos conceptos, llevándonos a plantearnos que existen diversas formas de responder a estas preguntas.
- Gran parte de las sociedades humanas de la antigüedad se han basado en 3 estamentos: los guerreros, los sacerdotes y el "tercer estamento" (el vulgo, vamos). Cada una de estas clases tenían un propósito bien definido (respectivamente: defender las fronteras y mantener el orden, fijar las costumbres y la transmisión cultural y producir alimentos y servicios) y la sociedad se mantenía en un delicado equilibrio entre la opresión por parte de los dirigente y el consentimiento de dicho estado. A estas las llama sociedades trifuncionales. En las sociedades tradicionales las dos primeras clases formaban entre un 2 y un 20% de la población y su disminución puede ser causa o consecuencia de las grandes revoluciones (4). Como es de esperar, los dos estamentos altos concentran una sorprendente cantidad de propiedades, en especial en aquellos lugares en los que son poco numerosos (5).
- Dedica un capítulo entero al esclavismo. Como no podía ser de otra forma, informa que las sociedades con alta penetración de la esclavitud son muy desigualitarias. Sorprende más que la lógica propietarista que, como su nombre indica, favorece a los que tienen más propiedades, se lleva a veces hasta las últimas consecuencias. Así, cuando Gran Bretaña abole la esclavitud en 1833, se indemniza a los propietarios de esclavos pero no a los esclavos (6) El ejemplo de Haití es aún más bochornoso: se declara independiente en 1804, Francia le concede la independencia tras una cruenta guerra a cambio de que Haití pague "indemnizaciones" por la pérdida que supone liberar a los esclavos. Las "indemnizaciones" (que se llevan buena parte del presupuesto estatal haitiano) se terminarán de pagar en 1950. Ejemplos de este tipo, por desgracia, abundan. Así, los esclavos del sur de EE.UU. no serán indemnizados tras su emancipación (7) y serán los siervos rusos los que tendrán que indemnizar a sus antiguos señores de 1861 a 1910.
- Los regímenes coloniales se montan para beneficio de los colonos y de la metrópoli. Una población de colonos es muy minoritaria (alcanza el 10% en los casos más generosos como el de Sudáfrica y Argelia, pero generalmente no pasa del 1%). Como es de esperar, son también sociedades muy desigualitarias. Los servicios (transportes, educación...) se montan para beneficio de los colonos, al igual que los impuestos, que penalizan especialmente a los nativos. Justo antes del estallido de la I Guerra Mundial, los dos principales imperios coloniales (Francia y Gran Bretaña) tienen invertidos en sus colonias más dinero del que hay en la metrópoli y reciben jugosos beneficios en torno al 5% de su PIB (Francia) y 8% (Gran Bretaña).
- La India ocupa un papel fundamental, pues no solo se trata de la mayor democracia del mundo sino que, además, ha seguido una evolución propia, independiente de occidente. Tradicionalmente, la población india se divide en 4 varnas (aka "castas"): bramanes (sacerdotes), ksatriyas (guerreros), vaishyas (trabajadores con cierto rango) y sudras (trabajadores aka "intocables"). Cada una de ellas está compuesta de multitud de jatis (8). A pesar de la fama que tiene la India de que esta organización es inmutable, ha habido una profunda evolución a lo largo de los siglos, con influencias cambiantes y castas que ascendían o descendían del escalafón según la conyuntura. La llegada de la dominación inglesa, curiosamente, produjo la congelación de estas varnas y jatis (9) por interés del colonizador (que no tenía mucha idea de qué estaba colonizando, además de que muchas jatis aprovecharon la conyuntura para reclamar estatus que no les correspondían tradicionalmente). Un aspecto que utilizará en capítulos posteriores es que los bramanes, además de ser los sacerdotes (aunque un 40% tiene otros empleos para subsistir), son los que concentran el saber indio y no tanto las propiedades. Tras la independencia, la India emprendió importantes programas de discriminación positiva hacia las castas bajas y las "tribus no clasificadas" (10), con resultados mucho mejores que los de los EE.UU. o Sudáfrica.
- La gran divergencia que se produce entre el siglo XV y el XVIII entre Europa y el resto del mundo tiene diversas causas, pero Piketty se centra en la creciente presión fiscal europea (11), que consigue recaudar cada vez más fondos para sufragar múltiples programas (como unos ejércitos fabulosos) aunque realmente da para poco más que mantener el orden. Esto viene dado, probablemente, por la feroz competencia entre las naciones europeas. Otras regiones del mundo como el Imperio Otomano y China no incrementaron su presión fiscal (12) y, en consecuencia, sufrieron debacles militares a partir del siglo XIX. Japón resulta el contrapunto y demuestra que políticas decididas pueden modernizar el país en un tiempo récord.
- Entre 1914 y 1945 se produce en Occidente el desmoronamiento de las sociedades propietaristas, siendo 3 las causas principales: surgimiento del socialismo y comunismo, fin del colonialismo y las dos guerras mundiales (fruto de la competencia extrema entre los diversos países) (13). El socialismo impuso medidas revolucionarias como los impuestos progresivos. El comunismo impuso las expropiaciones masivas (hasta el punto de hacer desaparecer el capital a gran escala salvo el estatal) y el impago de la deuda externa. La independencia de las colonias supuso más expropiaciones y más impagos de deuda (14). Finalmente, las dos guerras mundiales, además de la destrucción de capital en forma de edificios, obligó a los estados a nuevas medidas para saldar sus enormes deudas, entre las que se encontraron más impuestos progresivos, más expropiaciones y la inflación (15). Piketty destaca que durante el periodo 1945-1970 se produce un fuerte crecimiento económico y lo liga a las políticas mencionadas (16).
- Las sociedades socialdemocráticas (1945-1980) no terminaron de cuajar debido a diversos motivos. En primer lugar, no atacaron de raíz el tema de la propiedad, que siguió siendo esencialmente privada (con una importante participación de empresas públicas), con las honrosas excepciones de Suecia y Alemania que introdujeron la propiedad compartida entre capitalistas y trabajadores (17). En segundo lugar, no consolidaron la igualdad de oportunidades en educación. En tercer lugar, no supieron regular el tráfico de capitales entre países. Desde 1980, las desigualdades vuelven a crecer en todo Occidente, pero se disparan en los EE.UU. por culpa de la congelación del salario mínimo, una derogación temprana de los impuestos progresivos y lo un acceso a la educación superior muy elitista (18).
- El capítulo dedicado a los regímenes comunistas resulta -pecado en un libro de 1200 páginas- demasiado corto. Mientras dedica páginas y páginas a quién gana las elecciones en Francia o Gran Bretaña, aquí se ventila la historia de la Unión Soviética en pocas páginas. Se centra en el gran error económico de la URSS (la anulación de la iniciativa privada a toda escala, con consecuencias especialmente desastrosas cuando se hace a escala de la pequeña-mediana empresa) y soslaya los grandes dramas humanitarios del régimen (19). Carga las tintas -y con razón- contra la terapia de shock a la que se abocó a Rusia (20), mientras que otros países salieron del comunismo de forma más gradual, ordenada y justa. Actualmente Rusia es un país bastante desigualitario (del orden de los EE.UU.), no existen los impuestos progresivos y escasos controles sobre los movimientos de capital (21). Al final, el fracaso del comunismo, paradójicamente, reforzó el neoliberalismo, que ya estaba rampante y abocó a los países occidentales a disparar la deuda para mantener la paz social.
- China ha logrado una transición más exitosa hacia el capitalismo, si bien considera que sus bases teóricas, fiscales y estadísticas son débiles y deben mejorarse.
- Respecto a Europa del Este, choca considerablemente ver que los movimientos de capitales de Europa del Este hacia Europa Occidental superan ampliamente los movimientos inversos vía los Fondos de Cohesión (22).
- En la actualidad, existe diversos grados de desigualdad en el mundo, desde las sociedades más igualitarias como en Europa (aunque más desigualitarias que entre 1945-1980), a desigualdades moderadas (China), grandes (EE.UU., Rusia, India) y muy grandes (Golfo Pérsico). Los datos fiscales son, sin embargo, muy deficientes en muchos países y en algunos casos incluso han empeorado recientemente por culpa de la supresión de algunos impuestos (23). Piketty propone reforzar las bases de datos de propiedades, ingresos, etc y cruzarlas para una mayor justicia social (24). Entre 1980 y la actualidad, la mayor parte de países ricos se han embarcado en una carrera por aumentar la deuda pública y los activos de los bancos centrales, un camino que han mantenido el barco a flote pero que no parece tener más recorrido. Mientras todo esto sucedía, la ideología neoliberal se desplegaba sin mordazas (25).
- Los partidos de izquierda, que fueron entre 1950 y 1980 votados masivamente por una clase popular compuesta por gente con pocos estudios y recursos, se han convertido paulatinamente en partidos de votantes con altos niveles de estudios (26), con independencia de si están o no bien posicionados económicamente, lo que le lleva a proponer el mote de "izquierda bramán" (27). Debido a que las personas que han recibido mucha educación tienden a prosperar más y que la educación universitaria se ha encarecido notablemente en algunos países, hay lugares en los que la izquierda es más votada por la gente con más recursos (28). Las personas con menor titulación se sienten abandonadas por esta "izquierda bramán" (29) y su participación en las elecciones disminuye paulatinamente. A eso se le unen otros conflictos como los religiosos, étnicos e inmigratorios. Los inmigrantes, que sienten el rechazo de los partidos de derecha, votan masivamente a la izquierda, lo que introduce una nueva variable en la intención de voto. El sistema actual es de élites múltiples, lo que complica el panorama electoral.
- A partir de 1980, mientras los partidos de izquierda abrazaban con entusiasmo la globalización, las clases de formación más baja se sienten paulatinamente más desencantadas. Su participación en los procesos electorales disminuye y su voto deja de ser claramente izquierdista. A partir del año 2000 empiezan a surgir nuevas formaciones políticas (de izquierda y de derecha) que intentan atraer ese voto. La mayor parte son lo que Piketty llama "socialnativistas": contrarios a la globalización y la inmigración (30). Advierte seriamente contra la tentación del socialnativismo, dado que se trata de un movimiento de derechas que, de momento, no tiene intención de aplicar redistribución de riqueza (31).
- Es escéptico respecto a la construcción europea, al menos tal y como se ha hecho hasta ahora. La libre circulación de capitales y mercancías junto a una moneda única pero faltos de una política fiscal común y redistribución de dinero entre países ha producido una intensa competencia entre estados y un dumping fiscal que merma la capacidad de recaudación de la UE. Además, la UE requiere amplias mayorías o incluso la unanimidad para cambiar las reglas de juego, lo que hace casi imposible emprender reformas de calado. Piketty propone un modelo de cómo podrían evolucionar las cosas para crear una Unión Europea verdaderamente federal, con unos impuestos comunes, si bien él mismo reconoce que puede tratarse de una vía implausible (32).
- Dedica unas breves páginas a la cuestión catalana, enmarcándola en el eje estudios&ingresos versus apoyo a la independencia. De forma no sorprendente, encuentra que la gente con más estudios y más ingresos son más independentistas. Falla, sin embargo, al no cribar según los orígenes culturales (33). Acierta al señalar el componente egoísta del independentismo catalán (34) y se pregunta si el plan del independentismo es convertir Cataluña en la Luxemburgo del sur. Al igual que en el caso de Europa en su conjunto, le parece una pésima idea la competencia fiscal entre diversas CC.AA.
- Como contrapunto de los casos europeo y estadounidense, nos presenta otras democracias como Japón, la India y Brasil. En Japón, el conflicto político es entre los tradicionalistas y los modernizadores, lejos del eje izquierda-derecha al que estamos acostumbrados. En el caso de la India, el Congreso Nacional Indio (de ideología conservadora y laica) dominó el panorama político del país durante muchas décadas, atrayendo a electorado de todo tipo. Con el paso de las décadas las castas altas se cansaron de las políticas favorecedoras de las minorías entre las que se encontraban, oh sorpresa, los musulmanes. Nació así un nuevo panorama entre el CNI (que sigue siendo conservador y laico), la izquierda (que siempre ha estado allí y aglutina las clases bajas, independientemente de su casta y religión) y el BJP (marcadamente antimusulmán y votado especialmente por las castas altas). Así, mientras en la Europa y en EE.UU. los bloques antagónicos de difuminaban con un escenario de elites múltiples, en la India la división se fortalecía (CNI+izquierda contra el BJP). En Brasil ha sucedido otro tanto, el Partido de los Trabajadores atraía inicialmente tanto gente de bajo extracto como las elites antidictadura, mientras que ahora es el partido de la gente humilde, frontalmente enfrentado a una derecha elitista y desacomplejada. Con esto Piketty nos muestra que es factible volver a crear un conflicto entre clases económicas, si surge la oportunidad y hay voluntad de ello.
- El capítulo final es el más personal, nos presenta sus propuestas para superar el capitalismo en lo que él denomina un "socialismo participativo" (35): participación de los empleados en las decisiones de las empresas, impuesto progresivo de la renta, impuesto progresivo de patrimonio, recirculación de los bienes, renta básica, reformas agrarias (36), impuesto al carbono, igualdad en la educación (37), redistribución por edad (38), mayor participación ciudadana mediante referendums, mayor cooperación internacional en materia económica... Piketty concluye que él mismo no tiene todas las respuestas, que debe ser la sociedad la que, mediante una deliberación colectiva y fundamentada en hechos, determine cuáles son las mejores medidas a tomar.
Etiquetas: crítica, divulgación, política
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