jueves, mayo 04, 2023

Crítica: El Señor de los Djinn

El Señor de los Djinn es una novela de fantasía de Phenderson Djèlí Clark (pseudónimo del historiador Dexter Gabriel). Esta novela, la primera del autor, resultó ganadora del Locus y el Nebula y finalista del Hugo, un debut espectacular.

La obra está ambientada en 1912 en un Egipto alternativo donde, cincuenta años antes, al-Jahiz abrió un portal interdimensional que permitió conectar nuestro mundo terrenal con el mundo mágico, permitiendo así que entraran en nuestro mundo dioses y otras criaturas. Entre estas entidades destacan los djinn, entidades de la mitología árabe más conocidos en castellano como "genios". ¿Conocen el genio de Aladino? Sí, ese tipo de genio, claro que aquí se visten de todo tipo de características y personalidades: los hay que trabajan, otros pasan de los humanos y finalmente algunos es mejor que no los saques de su letargo... La compleja interacción entre los djinn (y otras criaturas) con los humanos crea una obra muy rica en matices, si bien a veces uno puede perderse entre tanta mitología árabe.


¿De qué va la obra? Bueno, pues empieza con una matanza, lo cual siempre resulta una buena forma de arrancar una novela. La policía en seguida tiene un sospechoso, que no es otro que al-Jahiz, el mismo tipo que hizo que la magia regresara a nuestro mundo. Solo hay un "pequeño" inconveniente y es que, bueno, el sospechoso debería estar un poco cadáver. De desentrañar el misterio se encarga Fatma el-Sha'arawi, una funcionaria del Ministerio de Alquimia; una de las primeras mujeres en ocupar la plaza y una estrella en ascenso. A Fatma le asignan una nueva compañera y recibe a la novata con cara de perro porque prefiere trabajar sola (la novela es original, pero tampoco hay que pasarse). Completa el triángulo protagonista la novia de Fatma.

La novela rezuma un aire reivindicativo. Ambientada en un Egipto que se codea con las potencias occidentales, protagonizada por una mujer, musulmana y lesbiana, que mantiene una relación una djinn de otra religión, donde todos los personajes principales son mujeres y en la que continuamente, sin necesidad de hacer apología del mestizaje cultural, se presenta una sociedad muy tolerante y mestiza. No obstante, y allí reside una de las gracias de la novela, hace todo esto de forma sutil, sin necesidad de estridentes moralinas.

En cuanto al estilo de la obra, se puede decir que los diálogos están logrados, las descripciones son buenas pero las escenas de acción flojean un poco. Los personajes no pasan de estereotipos (la investigadora que trabajar sola y a la que asignan una novata, el villano supervillano a lo Dr Maligno...), funcionan pero no obran milagros.

Uno de los mejores logros de la novela es la trama. El autor va desentrañando diversos aspectos de la sociedad, desde las clases más pudientes hasta los más abyectos criminales de una forma que aparentemente no va a ninguna parte hasta que, a mitad de obra, todo empieza a relacionarse. Una verdadera gozada.

En resumen, El Señor de los Djinn es un meritorio debut en el género de la fantasía donde podemos encontrar un rico y complejo worlbuilding, un interesante aire reivindicativo y una trama bien tejida.


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