Crítica: El problema de la paz
El problema de la paz es una novela de Joe Abercrombie, la segunda (tras la lograda Un poco de odio) de la saga de la Era de la Locura.
Se trata de una novela de fantasía (en la que, a decir verdad, de fantasía hay más bien poca, tan poca que -a excepción de un único momento de la obra- podríamos pensar que no la hay en absoluto), ambientada en un mundo ficticio con claros ecos del real. Así, tenemos una Unión (Reino Unido), una nación llamada Angland (Inglaterra), unos norteños (escoceses) y un movimiento social contra la revolución industrial (ludismo). No es de extrañar que esta saga triunfe en el Reino Unido, la verdad.
La obra continúa los acontecimientos justo donde los dejó su predecesora, después de que la Unión se libre in extremis de dos problemas acuciantes: una invasión de los norteños y un levantamiento de los obreros de las fábricas. Lo mejor de la novela son, sin duda, sus personajes. Si en Un poco de odio la gran cantidad de los mismos resultaba abrumadora, en esta ocasión podemos deleitarnos con ellos, pues la mayor parte repiten. Así, tenemos a Odo, célebre holgazán convertido en rey muy a su pesar, tendrá que madurar a marchas forzadas para enfrentarse a los retos que se esconden entre los traicioneros pasillos. Savine tendrá que recomponer su vida tras descubrir que ha estado practicando felaciones a la persona equivocada y, ya que se pone, aumentar aún más su fortuna. Leo, el noble y no muy inteligente héroe de la Unión, tendrá que vérselas con la ingratitud del Consejo Cerrado. Stour Ocaso, el gilipollas rey de los norteños, tendrá que encontrar nuevas y estimulantes formas de meter la pata tras haber perdido absurdamente su duelo con Leo. Finamente, Rikke emprenderá un viaje para abrir definitivamente sus poderes y ponerlos de nuevo a trabajar.
No es una obra que destaque por su solidez estilística, si bien Abercrombie se desenvuelve con soltura en todos los ámbitos. Destaca especialmente el humor que rezuma toda la novela, una marca de la casa que arranca más de una sonrisa e incluso alguna carcajada. Al principio, no obstante, el excesivo uso de lenguaje soez por parte de múltiples personajes genera que estos queden un tanto desdibujados. Con el paso de las páginas se incrementan los matices y, gracias a ello, alcanza nuevas cotas.
Como no podría ser de otra forma, la novela termina con una batalla en la que el autor nos sumerge magistralmente en el caos, el horror, el heroísmo y lo absurdo de la guerra. Si hay un autor que borde las batallas, ese es sin duda Abercrombie.
En resumen, El problema de la paz es una excelente novela ¿de fantasía? que supera incluso a su predecesora Un poco de odio. Si busca personajes interesantes, tramas complejas, batallas, un poco de crítica social y quiere deslizar algunas sonrisas a costa de humor ácido y un poco soez, esta es su obra.
Etiquetas: crítica, literatura
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