viernes, noviembre 03, 2017

Crítica: Restos de población

Restos de población es un libro atípico en muchos sentidos. Empecemos por el argumento: la empresa concesionaria de una colonia espacial decide que esta no es rentable y debe ser evacuada. A una de sus habitantes -una ruda e inculta anciana- no le da la gana que la echen de su casa, así que se oculta, convirtiéndose así en la única habitante del planeta.

Esa anciana -Ofelia- se convierte en uno de los "héroes" más creíbles que he leído nunca. Por momentos creí estar viendo delante de mis ojos a mi abuela.

El libro tiene un tono reivindicativo nada disimulado. La heroína es una mujer, anciana, semianalfabeta y que se ha pasado toda su vida cultivando el huerto, cocinando y cambiando pañales. Toda la vida le han dicho lo que tiene que hacer. Despreciada por todos (hombres, hijos, personas jóvenes, gente "culta", multinacionales...), contando únicamente con sus saberes tradicionales (agricultura, cocina, costura, niñera y chapuzas varias) logrará no solo sobrevivir sino lo que las grandes mentes humanas no han logrado: establecer exitosamente contacto con una inteligencia extraterrestre. Elisabeth Moon logra que el tono reivindicativo no resulte ofensivo, lo cual es doblemente meritorio.

Estilísticamente hablando, el libro es sencillo. Directo. Sin florituras pero, a pesar de todo, ejecutado con precisión quirúrgica. Recuerda mucho a Ursula Le Guin. Poco puedo decir salvo hablar maravillas y decir... ¡Maldita sea, qué envidia me da!

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