domingo, enero 01, 2023

Crítica: La caída del Imperio Galáctico

La caída del Imperio Galáctico es una voluminosa trilogía del escritor Carlos Sáiz Cidoncha, cuyo primer volumen se escribió en 1978 mientras que la segunda y tercera entregas no llegaron hasta 2010 y 2011 respectivamente. Carlos Sáiz Cidoncha es una figura clave en la historia de la ciencia ficción española, pues cultivó facetas diversas como autor (12 novelas), ensayista y organizador de las primeras Hispacón. De esta edición se encarga Silente, una entusiasta editorial que ha tenido entre sus loables cometidos salvar del olvido algunos de los primeros escritores de ciencia ficción españoles, como el propio Carlos Sáiz Cidoncha o George H. White (Pascual Enguídanos). 


La trilogía está claramente inspirada en la civilización romana, puesto que los dioses son romanos, existen unos juegos para entretener a la plebe, la clase dirigente vive en un planeta llamado Olimpia (incluyendo templos al estilo grecorromano) y así un largo etcétera. Como no podía ser de otra forma, la caída de este Imperio está también inspirada en el romano, con sus invasiones bárbaras (ahora alienígenas), secciones amputadas, lucha entre religiones y un caos general que, aunque resulta realista, consigue efectos contraproducentes (volveré a ello más adelante).

Una de las características más destacadas de la trilogía es el recurrente uso del sentido de la maravilla. El autor nos presenta continuamente nuevos aspectos del Imperio Galáctico y, cuando no lo hace, recurre a un fuerte dinamismo que resulta, como mínimo, entretenido. No obstante, esta predilección por el sentido de la maravilla y la acción provoca que no se profundiza en los temas que va abriendo, dejando la sensación de que se queda a medias. En consecuencia, el sentido la maravilla que destila la obra atrapa al principio pero conforme avanzan las páginas resulta un poco molesto.

Si bien la trilogía se escribió entre 1978 y el 2011 conviene señalar que los temas que trata parecen más propios de la Edad de Oro que de otras obras contemporáneas. Así, encontramos espíritus, dioses, poderes sobrenaturales... Se notan que el autor plasmó en esta trilogía los mismos temas que trataban las obras que le influyeron a él.

La trilogía se abre con El anillo del poder. La novela, con un arranque sumamente interesante, presenta una conspiración para matar al Emperador. El asesino, sin embargo, termina detenido y se le ofrece un interesante trato: vivir un año como miembro de la nobleza laria para decidir después qué hará. No hace falta ser muy inteligente para adivinar que el regicida acepta el trato y eso sirve para introducir al lector en el maravilloso mundo de los larios: una nobleza aguerrida, intrigante y un tanto decadente. Esta parte del libro destila a partes iguales un estilo narrativo bastante cuidado, aunque con algunos giros que han caído en desuso y mucho (y bueno) sentido de la maravilla. Se puede criticar que las mujeres que figuran en la historia son bellezones porque, como todo el mundo sabe, las mujeres que salen en novelas y películas tienen que ser bellezones porque de otro modo no tendría sentido su existencia. Téngase en cuenta que la novela está escrita en 1978, así que podemos pasar este detalle por alto. A mitad de novela esta da un vuelco argumental y da paso a temas más fantasiosos que serán claves en la segunda parte.

La segunda novela, El ángel tenebroso, se denomina así puesto que este es el apodo que recibe Lario Turno de Klurán un personaje que ya aparecía en el primer libro y que en este segundo resulta muy interesante puesto que encarna todas las virtudes de un líder: inteligente, decidido, ágil y justo. Turno, regente del Emperador, tratará de evitar la decadencia del Imperio. Encontrará nuevos personajes, como el teniente Bergmann, apodado "el testigo de la historia", que resultará clave en la tercera entrega. En esta novela, sin embargo, se pierde definitivamente el encanto literario que tuvo a ratos la primera y se lanza a la presentación de más y más nuevos aspectos de esta sociedad. En definitiva, a menos que usted sea una forofo de las obras con sentido de la maravilla y mucha acción, esta obra presenta claros signos de decadencia.

La trilogía se cierra con El ocaso de los dioses, ambientada en un Imperio Galáctico en clara descomposición, en donde diversos grupos rivalizan por el poder e incluso se producen invasiones alienígenas. Si bien recuerda en gran medida al caos que acompañó la Caída del Imperio Romano, el principal problema de este libro es que no engancha en ningún momento con el lector, pues resulta completamente indiferente si ganan los Económicos o los Técnicos o si se van a enfrentar la Guardia Estelar y la Séptima Flota.

En resumen, La caída del Imperio galáctico es una trilogía muy ambiciosa y cuyo primer libro es muy meritorio por sí mismo tanto por la calidad literaria del mismo como por la compleja trama, más aún si se tiene en cuenta quién y cuándo lo escribió. No obstante, los siguientes volúmenes se pierden en una continua búsqueda de la aventura y el sentido de la maravilla que da la sensación de no conducir a ninguna parte.


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