domingo, septiembre 13, 2020

Crítica: La sangre de los elfos

La sangre de los elfos es el primer libro (o no) de la saga de Geralt de Rivia de Andrzej Sapkowski. Hay cierta discusión sobre cuál es el orden "correcto" para leer la saga, dado que fue escrita sin seguir la cronología de los acontecimientos y, además, hay dos compilaciones de historias que preceden La sangre de los elfos pero no se consideran obras de la saga como tal. Remátenlo con diferentes fechas de publicación de cada país y las manías de cada editorial y tiene usted una bonita y estéril discusión bizantina. En resumen, hay personas/países/editoriales que consideran La sangre de los elfos como el primer libro de la saga mientras que otros colocan en esa posición El último deseo. En la excelente serie de TV que ya reseñé en su día empiezan por El último deseo, así que las comparaciones entre este libro y la serie deben tomarse con cautela.

Dejando de lado el aparente desorden de la saga, vayamos al grano. La sangre de los elfos es una obra de fantasía, a ratos oscura, a ratos épica. Es una obra coral, con múltiples personajes, entre los que destacan Geralt, Jaskier, Ciri y Yennefer. Yendo a contracorriente de la tónica general de la literatura, está narrada mediante capítulos largos, de unas 30 páginas cada uno, por lo que cada capítulo es prolijo en detalles, aunque la acción salta de uno a otro sin demasiada continuidad.

Estilísticamente, es una buena obra, pero en este apartado destacan los diálogos, que son simplemente magistrales. El primer capítulo, por ejemplo, Jaskier entra en un bar y habla con los parroquianos del lugar. A pesar de que no sabes muy bien quién es Jaskier y a pesar de que a no sabes y a priori no te interesa saber quiénes son los clientes habituales del bar, el diálogo logra mantener el interés del lector, identificar a los personajes y engancharte. La construcción de los personajes, gracias al punto anterior, se logra de forma notable. También es muy destacable la ironía que destila la obra, en especial los momentos en los que intervienen las mujeres, que vienen a arreglar los torpes desaguisados de los hombres.

A pesar de haber comenzado la saga a medias (o no) esta se sigue sin ninguna dificultad. Queda claro que entre Geralt y Yennefer ha habido una relación sentimental. El libro explica con detalles el proceso de creación de los Brujos. Y se entiende bien la importancia de Ciri y su pasado. El único punto en el que el libro flojea es la excesiva importancia que se da a la política en algún capítulo.

En resumen, La sangre de los elfos es una excelente obra de fantasía, con diálogos memorables y un buen sentido del humor, lo que justifica que una obra de fantasía polaca haya alcanzado fama internacional.


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