Crítica: Estación central
Estación central es una novela del israelí Lavie Tidhar, ganadora del Premio John W. Campbell Memorial y finalista de los premios Locus y Arthur C. Clarke. Ambientada en un Tel Aviv del lejano futuro, se trata de una obra coral, por la que deslizan sus vivencias un mosaico de personajes variados. Sin un hilo argumental claro, comienza con el "protagonista" vuelve a la Tierra después de una larga estancia en el espacio para acompañar a su padre en las últimas semanas de vida.
La novela destaca por la gran inventiva Así, tenemos vampiros de datos, IAs que viven tan apartadas de los humanos que son tratadas como alienígenas, especies alienígenas desaparecidas, humanos que viven desconectados de la red y que son tratados como "discapacitados", implantes, cyborgs que han quedado desamparados por no haber piezas de repuesto, personas cuya profesión se desarrolla en el mundo virtual, enfermedades informáticas y así un interesante etcétera. Esta variedad de personajes teje una sociedad compleja, en la que las interacciones entre estos outsiders juegan un papel clave.
Estilísticamente, la novela arranca francamente bien, con un certero uso del lenguaje que resulta meritorio. No obstante, a mitad de obra se pierde buena parte de esa gracia. A esto se añade que los primeros capítulos, en los que el autor nos deleita con una calmada presentación de los personajes (unos pocos por capítulo y de forma bastante fluida) son sustituidos por capítulos en los que intervienen múltiples personajes, de forma inconexa y en fragmentos que apenas duran una o dos páginas. Cuesta encontrar el hilo narrativo en este batiburrillo de personajes y situaciones y, por momentos, genera desazón en el lector. Una vez uno coge el ritmo y termina situando a todos los personajes de la obra (en mi caso, a dos tercios de lectura), la novela vuelve a enganchar.
En resumen, Estación Central es una novela coral, que tiene como principales méritos ser un canto a la diversidad, en especial de aquellos que son despreciados por la sociedad. No obstante, su estructura -carente del clásico planteamiento, nudo & desenlace- y el trepidante ritmo que se imprime a mitad de la obra pueden desencantar a más de uno.
Etiquetas: crítica, literatura
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