domingo, octubre 06, 2024

Crítica: Herederos del tiempo

Herederos del tiempo (originalmente Children of time) es una novela de Adrian Tchaikovsky, autor británico especializado en fantasía y ciencia ficción. Tanto esta novela como su secuela (Children of ruin) ganaron el Premio Arthur C. Clarke y por la saga entera ganó el Premio Hugo a la mejor saga en la convención mundial de Chengdu del 2023 que, de forma inusual, declinó debido al controvertido proceso de votaciones (ya sabemos que el gobierno chino lo de las elecciones no lo lleva muy bien).

La obra arranca en un futuro a medio plazo, con la humanidad preparándose para colonizar las estrellas. Para ello, se inicia la terraformación de los planetas a distancia, acelerada mediante ingeniería genética. No obstante, cuando el envío de humanos está a la vuelta de la esquina, la fuerte oposición al proyecto por parte de grupos ecologistas termina por provocar una brutal guerra en la Tierra que prácticamente aniquila toda la civilización humana.

Los mundos a medio adaptar quedan sin supervisión, con la ingeniería genética haciendo de las suyas... En uno de estos mundos, la ingeniería modifica a los artrópodos (en especial los arácnidos). Mientras, la Tierra se convierte en inhabitable y los humanos lanzan una última y desesperada misión de colonización a ese mundo abandonado.

Los capítulos de la novela se dividen entre aquellos protagonizados por arácnidos y los que se centran en los humanos. A pesar de que la acción de la obra transcurre a lo largo de varios siglos, los personajes de ambas tramas son los mismos todo el tiempo, lo cual merece una explicación.

En aquellos capítulos dedicados a las arañas, estas nacen, viven y mueren, pero sus nombres se mantienen a lo largo de la novela. Así, cada vez que se nos presenta una araña llamada Portia, sabemos que estamos ante una líder, mientras si quien se nos aparece es un macho llamado Fabian, tenemos enfrente a un científico que lucha por los derechos de los machos (ver más adelante). Con este hábil recurso, Tchaikovski logra que identifiquemos a los personajes aunque -biólogicamente hablando- no sean los mismos.

En los capítulos dedicados a los humanos, muchos pasan larga cantidad de tiempo en hibernación, y despiertan de siglo en siglo. Otros vuelcan su mente en un ordenador, convirtiéndose así en inmortales.

Mientras los arácnidos evolucionan rápidamente, pasando de seres solitarios a seres sociables, de tribus a estados, inventan sus propias religiones, hacen su particular revolución científica, etc, los humanos descienden a la locura y la barbarie, perdiendo por el camino buena parte de su tecnología.

En las partes arácnidas de la novela, los paralelismos y divergencias con nuestro mundo son lo más interesante de la novela. Por ejemplo, los machos son el sexo débil y al principio de la novela se considera moralmente aceptable que la hembra devore al macho tras el coito. Con el paso del tiempo, pugnarán por alcanzar la igualdad respecto las hembras. Las comparaciones son, no obstante, bastante evidentes así que no espere una obra muy sesuda. Por otro lado, su lenguaje, mediante vibraciones, y la tecnología que desarrollan, mediante mensajes químicos, no tiene nada que ver con los nuestros. En este sentido se nota el buen arte del autor (zoólogo). Cada nueva página nos deleita al mismo tiempo con el sentido de la maravilla ante lo nuevo y la pasión que desata la comparación con nuestra propia civilización.

Por contra, las partes humanas son las menos interesantes de la obra. Todo, desde la forma de escribir, pasando por los personajes y la trama (cuya única finalidad parece ser dilatar el encuentro entre humanos y arañas al final de la novela, cual culebrón barato) palidecen frente a los capítulos arácnidos. Para colmo, la locura de varios de los personajes resulta todo un contrapunto que hace difícil que un lector simpatice con ellos.

Estilísticamente, Tchaikovsky logra una novela descriptiva, en donde su prosa, muy sencilla, logra sumergirnos en el mundo de las arañas. Por contra, no logra desplegar buenas herramientas para narrar los capítulos dedicados a los humanos.

En resumen, Herederos del tiempo es una meritoria novela de ciencia ficción que hará las delicias de los amantes de la biología y donde se despliegan interesantes paralelismos con nuestra propia civilización que se prestan, sin grandes dolores de cabeza, a una doble lectura. Sin ser una gran obra literaria, logra un buen resultado a la hora de describir un mundo alienígena. Como punto negativo, señalar que el ritmo narrativo no termina de estar del todo logrado, con partes enteras que desmerecen el conjunto.




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lunes, septiembre 30, 2024

La hipótesis de la simulación. Lamentamos informarle que usted no existe

Nuevo artículo de mi sección de ciencia para El Yunque de Hefesto. En esta ocasión, La hipótesis de la simulación. Lamentamos informarle que usted no existe. En él, desgrano esta atrevida idea que sugiere que nuestro mundo no es real sino fruto de una simulación por ordenador.


¿Te atreverás a tomar la pastilla roja?

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domingo, septiembre 22, 2024

PPProductions #8: Versión 0 terminada

Como comenté en un post anterior, estoy elaborando una nueva novela corta cuyo nombre y temática de momento no desvelaré. En estos instantes consta de 27000 palabras y espero que esté lista en un par de meses. En estos momentos la principal dificultad que plantea la obra es que la acción tiene que producirse en momentos muy precisos, que de momento voy generando mediante ingeniería inversa. Si no han entendido nada, no se preocupen, ya verán.

Por desgracia, no he podido cumplir mi propósito de redactar en paralelo La luz de las tinieblas, que en estos momentos está aparcada.

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sábado, septiembre 07, 2024

Crítica: Anta

Anta es una novela de David Monteagudo, autor de literatura generalista (la más conocida de sus obras de Fin, adaptada al cine) que se ha adentrado en ocasiones en la ciencia ficción, como es el caso que nos ocupa. La obra salió editada por Libros del Futuro tras ganar la I Edición del Premio Carbonell Castillero y, por tanto, encaré su lectura con altas expectativas.

La novela está ambientada en un planeta llamado Aridia, que tiene unas características muy peculiares. De entrada, es plano, sin que lleguemos a conocer su extensión total. Su superficie está compuesta por una corteza ácida y, sobre ella, se desliza El Edificio, una inmensa construcción de un kilómetro de base y otro de altura, en el que viven todos los aridianos. El Edificio se desplaza en línea recta por la superficie de Aridia, impulsado por la fuerza motriz de sus habitantes, a la insignificante velocidad de un centímetro al día. Los aridianos están confiados de que su esfuerzo les llevará al paraíso a pesar de que, a la ridícula velocidad a la que se mueven, ninguno de los que habitan El Edificio lo llegará a ver. Una vez al año, los terrestres envían a un explorador para que se infiltre en El Edificio, recopile todos los datos que pueda, salga de allí y redacte un informe.

La narración se divide en nueve capítulos (para ser más precisos, abre la obra un informe técnico sobre Aridia, al que siguen ocho capítulos). El informe técnico es, curiosamente, la pieza más deliciosa de la novela. Tras su apariencia densa, el autor despliega sus mejores armas literarias, logrando una lectura fácil y absorbente, en la que se nota el amor que siente Monteagudo por la mecánica. Los capítulos 1-8 contienen la historia del protagonista, que se desarrolla con naturalidad, si bien el primer capítulo chirría un poco al forzar ciertos cambios que deberían hacerse desarrollado con más tiempo.

La prosa de Monteagudo es notable. Su dominio del lenguaje resulta soberbio, en especial lo acertado de la elección de las palabras en las descripciones (ya he comentado que el informe técnico es delicioso). Los diálogos los consideré frescos y vivos, pero un tanto abruptos (en especial el mencionado capítulo 1, que hubiera valido la pena desdoblar en dos y que tal vez quedara así por limitaciones de espacio).

La obra se presta a numerosas interpretaciones. Buena parte del acierto de la novela se asienta en los datos sorprendentes y contradictorios, que arrojan serias dudas de qué estamos leyendo y nos hace sospechar que hay más de lo que parece en la superficie. Irónicamente, cuanto más se avanza, menos sabemos y una segunda lectura de la noveleta desvela facetas que nos pasaron desapercibidas en la primera. Ya he explicado que Aridia es un mundo plano. Se supone que los aridianos no son humanos pero, sin embargo, un humano completamente desnudo pasa desapercibido entre ellos. El año aridiano también es, qué casualidad, de 365 días. No daré más datos para no destripar la novela pero, en resumen ¿qué es Anta? ¿Es, como se nos anuncia, una novela de exploración de un mundo extraño? ¿Es una denuncia del empleo monótono y sin propósito de nuestra sociedad? ¿Es una alegre defensa del trabajo mecánico y manual? ¿Es una crítica al poder, pretendidamente científico y racional? ¿Es una advertencia de nuestra pérdida de individualidad para adaptarnos a un mundo absurdo? ¿Es una defensa de la búsqueda de nuestro lugar en el mundo? Posiblemente tenga un poco de todo eso y esa es uno de los grandes logros de la obra.

En resumen, Anta es una excelente novela corta de ciencia ficción con toques surrealistas que, sin llegar a los extremos del género weird, hará las delicias de quienes gusten de autores como Franz KafkaPhilip K. Dick o Guillem López. Nos presenta un mundo a caballo entre lo creíble y lo inverosímil en el que la interpretación es compleja. Con un estilo notable, en especial la parte técnica y las descripciones, y una prosa al mismo tiempo rica y suave, solo puede reprochársele que eché de menos uno o dos capítulos más para que la historia se desenvolviera con mayor naturalidad.


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