domingo, octubre 14, 2018

Crítica: First Man

First man es una película biográfica de Neil Armstrong, centrada en los 60, la década que lo hizo famoso, desde un vuelo en el X-15 hasta su retorno de la Luna.

Prescinde de grandes efectos especiales y narra lo sucedido desde el punto de vista de Armstrong. Con esto la cinta logra transmitir la emoción y ansiedad de un vuelo espacial (el minúsculo habitáculo, las ridículas ventanas, las vibraciones que emborronan la vista...) a costa de perder la espectacularidad que daría una visión de la misión desde fuera.

Destaca por su ambiente íntimo, con especial hincapié a la relación entre Armstrong y su esposa y con su hija fallecida. Ryan Gosling logra transmitir la famosa frialdad de Armstrong, mientras los demás personajes tienen papeles más viscerales e igualmente convincentes.

La película es una alegoría de la muerte hasta el punto de alejarse de la realidad. Las naves parecen viejas y están más sucias y oscuras que en la realidad. Hasta los lanzamientos son oscuros.

Mención especial merece la traducción, que parece haberse sacado del Google translator. A la Gemini la llaman «aeronave» (sic), las maniobras son incomprensibles y para las EVA se inventan un vocablo. Una pena.

No conozco lo suficiente la historia para juzgar si la adaptación es fidedigna con los personajes, pero ha habido críticas no solo por el poco parecido de algunos de ellos sino sobre todo porque a uno de los personajes clave de la historia -Buzz Aldrin- lo caracterizan como un bocazas arrogante e insensible, lo cual no es cierto. Teniendo en cuenta que Aldrin está vivito y coleando tiene delito la cosa.

El principal problema de la película es que el público que no esté al corriente de la vida de Armstrong o de la historia de la NASA corre el riesgo de perderse. En esto contribuye en no poca medida el punto de vista del film, muy centrado en la propia visión subjetiva de Armstrong. Así, por ejemplo, la primera escena, en un X-15, me quedó clara porque sabía que Armstrong había pilotado un X-15. Unas letras sobreimpresas y una imagen del X-15 colgando del avión portador servirían para aclarar la escena al público neófito. Pues bien, toda la película presenta una y otra vez el mismo problema: se presentan las escenas desde el punto de vista de Armstrong, muy emocionante pero tal vez confuso para el que no domina la materia.

En resumen, un buen biopic, lleno de emoción y con una atmósfera envolvente aunque podría haberse hecho más fácil de digerir para los no iniciados. A los amantes de la astronáutica les chirriará su horrenda traducción, su visión tétrica y la caracterización de Aldrin.



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