lunes, agosto 02, 2021

El mundo hasta ayer: ¿qué podemos aprender de las sociedades tradicionales?

Como algunos por estos lares ya sabrán, Jared Diamond es uno de mis divulgadores científicos favoritos. Biólogo de formación, ha trabajado extensamente en las selvas de Nueva Guinea y tiene una excepcional y multidisciplinar visión del mundo; por añadidura resulta siempre prudente, científicamente riguroso y ameno. ¿Alguien da más?

Tras haber leído la excepcional Armas, gérmenes y acero y la muy recomendable Colapso (1), toca el turno de El mundo hasta ayer: ¿qué podemos aprender de las sociedades tradicionales?, un voluminoso libro (2) en el que Diamond nos plantea una interesante cuestión. Como buen biólogo evolucionista, nos recuerda que la especie humana lleva unos 100000-200000 años en el planeta, la agricultura y ganadería se empezó a desarrollar apenas hace 10000 años (en la mayor parte de las sociedades, bastante menos), mientras que las sociedades modernas e industriales son inventos recientes, de los últimos dos siglos a todo estirar. Es lógico que si queremos buscar la "verdadera" naturaleza humana nos fijemos más en esas sociedades tradicionales, bandas o tribus de cazadores-recolectores o agricultores-ganaderos en lugar de los individuos "WEIRD" (Western, Educated, Industrialised, Rich, and Democratic), que han plagado los análisis de la sociología y psicología de los siglos XIX en adelante.

Diamond presenta un libro con numerosos ejemplos de sociedades tradicionales, aunque Nueva Guinea está sobrerrepresentada; en primer lugar, por ser la región de culturas tradicionales que conoce mejor y en segundo, porque cuenta con una amplísima variedad de culturas (3) de las que muchas no fueron contactadas hasta mediados del siglo XX. El autor se aleja de los postulados supremacistas o condescendientes de principios del siglo XX y también de quienes, de forma naif, se imaginan a las sociedades tradicionales como una especie de paraíso terrenal, que el mundo moderno estropeó. Como buen científico, Diamond presenta datos. Solo eso: datos. Ejemplos y contraejemplos con los que nos da una visión global y no sesgada del asunto.

Resaltaré las conclusiones más destacables del libro:

  • Las sociedades humanas se organizan, de menor a mayor rango, en bandas, tribus, jefaturas y estados. En los dos primeros estados, no hay nada remotamente parecido a la libertad de movimientos que otorgan los estados: los individuos se conocen entre sí y se clasifican en amigos o enemigos según se tercie. El contacto con un individuo de origen desconocido es algo aterrador y tiene una elevada probabilidad de terminar en huida o muerte. Los estados nacen, pues, de la necesidad de seguridad que otorgan a los individuos para moverse por el territorio. Esto lleva al autor a desdeñar el anarquismo como algo intrínsecamente contrario a la naturaleza humana. 
  • Las sociedades tribales viven -salvo raras excepciones- inmersas en un mar de continua violencia, ya sea entre los individuos de la misma tribu o bien con miembros de una tribu rival. Si bien las muertes totales son escasas, son proporcionalmente importantes. Las guerras tribales intercalan batallas (más bien escaramuzas) de escasa intensidad y que pueden durar décadas con momentos aislados en los que una tribu extermina completamente a una rival. Las causas de la guerra son las mismas de siempre: recursos, ofensas no solucionadas... y mujeres (4). En las guerras tribales tampoco existe piedad con los prisioneros. Diamond argumenta que la presencia de un estado (y su deseo de controlar los territorios conquistados en lugar de exterminar a todos sus habitantes) resulta un claro avance respecto a las guerras tribales.
  • El comercio parece intrínseco a la naturaleza humana. No se trata solo de comerciar por necesidad sino que los humanos, sin tener necesidad real, comercian unos con otros para fomentar los vínculos sociales. (5)
  • Realiza una interesante comparativa entre la justicia tradicional y la justicia moderna. En la primera, el concepto clave es la reparación, que consiste en indemnizar a los perjudicados (de forma colectiva si es preciso) de tal forma que la sociedad pueda seguir funcionando en armonía. En la segunda, los castigos vienen dados acorde a los crímenes cometidos e indemnizar a la víctima se convierte en secundario. La justicia tradicional corre el riesgo de caer en la espiral de tomarla por su mano, generando venganzas que pueden prolongarse durante décadas, pero por otro lado su interés por indemnizar a la víctima y de hacer que el criminal pida perdón es un concepto interesante que podrían adoptar los sistemas judiciales modernos y que aliviaría el dolor de las víctimas.
  • La crianza de los niños en las sociedades tradicionales difiere mucho de cómo se hace en las modernas. No solo no existe la escuela sino que se deja a los niños un elevado grado de libertad, que incluye hacer cosas peligrosas como jugar con cuchillos o con fuego. Los niños aprenden a base de copiar los comportamientos adultos. Esto permite a los menores un desarrollo muy rápido de habilidades (6). No existe reprimenda de los padres si los niños no se atreven a hacer algo, pues se considera que tarde o temprano lo harán. Los juguetes los suelen fabricar los propios niños, lo cual les da una buena perspectiva de cómo se hacen las cosas.
  • El cuidado de los mayores y de los enfermos difiere mucho de una sociedad tradicional a otra. Si bien el infanticidio está generalmente aceptado (7) en el momento del nacimiento y es prerrogativa de la madre, mayores y enfermos son otro tema. Muchas sociedades cuidan de ellos, en especial si los mayores pueden aportar sus conocimientos (8) y si la tribu no necesita trasladarse de sitio. En otras sociedades, los ancianos practican un suicidio ritual (de motu propio o bien asistido) o bien se recurre directamente a su asesinato. En este aspecto, las mujeres salen peor paradas que los hombres (9). Respecto a los enfermos, si la tribu necesita trasladarse se abandona a su suerte al enfermo.
  • El capítulo dedicado a la religión es el que más polémica va a causar. Como buen biólogo evolucionista, Diamond hace una hábil comparación entre la religión y los caracteres sexuales secundarios. En resumen: las religiones organizadas requieren "pruebas de fe" de los creyentes (rezar, abstenerse de tomar ciertos alimentos, hacer ayunos, penitencias, peregrinaciones, vestir de determinada manera...) y concentran un gran capital humano y material. Las religiones deben servir para algo, si es que logran prosperar a pesar de copar tantos recursos. Diamond establece que estas "pruebas de fe" funcionarían de igual modo que los caracteres sexuales secundarios: a priori no servirían de nada excepto para demostrar el compromiso de un creyente. (10) Una vez demostrado ese compromiso, los creyentes pueden quedar tranquilos de que una persona a la que no conocen de nada va a seguir el resto de preceptos de la religión (no matarás, no robarás...).
  • En las sociedades tradicionales se hablaban multitud de lenguas, la mayor parte habladas por unos pocos cientos o miles de individuos. Lo sorprendente del caso es que todas las personas de estas sociedades eran capaces de hablar de 2 a 5 lenguas y, algunos individuos especialmente dotados, de 7 a 15. Esto se lograba gracias a matrimonios entre tribus, por lo que en toda tribu se hablaban varias lenguas. Este poliglotismo se logra sin merma de las capacidades de los individuos en la lengua madre. (11)
  • El capítulo dedicado a la dieta es posiblemente el menos sorprendente, a menos que usted no conozca los peligros de una dieta basada en grasas, azúcares y sal. Las anécdotas, no obstante, merecen la pena. En las sociedades tradicionales buena parte de las conversaciones versan sobre la comida, algo lógico cuando el hambre es una posibilidad real. La irregularidad del suministro hace que, cuando pueden comer, los individuos se atiborren hasta reventar, aunque la comida sea de escaso valor calórico. Es lógico que el ser humano, adaptado sobrevivir con comida poco calórica y periodos de hambruna, pierda el control ante los supermercados llenos de comida hipercalórica, azúcares y sal.
  • Los habitantes de las sociedades tradicionales abandonan de buen grado estas en cuanto se topan con la civilización moderna por las ventajas que comporta en términos como la alimentación asegurada, medicina, eliminación de la violencia, etc.
  • Por último, mencionar la importancia que tiene ver la sabiduría tradicional de estos pueblos en su justa medida. En buena medida contienen absurdas supersticiones pero también lo que Diamond llama "paranoia constructiva", que consiste en minimizar riesgos en la medida de lo posible. Así, por ejemplo, los pueblos tradicionales no acampan al lado de un árbol muerto, no suelen caer víctimas de los leones o dividen sus cultivos en parcelas muy pequeñas. (12) Esto contrasta con las paranoias propias de la civilización moderna, que incluyen cosas como el terrorismo o los accidentes nucleares, cuando estos son mucho más improbables que morir en un accidente de coche o por el humo de estos.

El mundo hasta ayer es, pues, una obra muy interesante y meritoria, que desmonta mitos sobre las sociedades tradicionales sin caer en la condescendencia, una pretendida superioridad moral o una victimización de nuestra civilización actual. De nuevo, como nos tiene acostumbrados, datos y solo datos con un amplio conocimiento de historia, geografía, biología y un largo etcétera. Sus principales pegas serían la visión limitada del autor, tal vez excesivamente centrada en Nueva Guinea, una visión demasiado bioligista a la hora de explicar la religión y que en su "limitada" extensión no ahonda en ciertos temas como las relaciones entre sexos y la sexualidad humana.

Y, para terminar: ¿qué podemos aprender de las sociedades tradicionales? Pues, según el autor, que los gobiernos son necesarios, el comercio es algo intrínseco al ser humano, la justicia podría mejorarse buscando la reconciliación entre criminal y víctima, deberíamos dejar a los niños más libertad para experimentar, no debemos despreciar el papel que jugaron las religiones en el pasado, debemos intentar adoptar dieta y la actividad física tradicionales, el poliglotismo es bueno y que conviene minimizar riesgos y centrarnos menos en las paranoias de la civilización moderna.


(1) Si alguien quiere saber por qué hablo de rigor, compárese Colapso con Los límites del crecimiento: 30 años después, en donde se combina un gran rigor con declaraciones de dudosa justificación y se condimenta con opiniones happyflower

(2) El autor pretendía que el libro tuviera ni más ni menos que 2700 páginas. Luego recobró el sentido común y lo dejó en unas razonables 500 páginas. Como reconoce el autor, eso le ha obligado a dejar múltiples temas en el tintero, como la sexualidad humana y las relaciones hombre-mujer.

(3) Actualmente se hablan unas 850 lenguas en Nueva Guinea.

(4) A ver si al final resulta que el rapto de las Sabinas y Helena de Troya tienen verosimilitud histórica.

(5) Diamond pone como ejemplos que las flechas se suelen intercambiar entre los cazadores tradicionales o de tribus que "olvidan" a propósito ciertas tecnologías para tener una excusa para comerciar con una tribu vecina. Cabe señalar también que en los juegos infantiles tradicionales juega un papel clave el intercambio.

(6) En una ocasión, por ejemplo, explica cómo le prepara la comida una niña de 12 años.

(7) El autor insiste a lo largo del libro en lo mucho que le horroriza esta práctica. Supongo que por si hay algún lector despistado que no lo ha pillado.

(8) Recuérdese que estamos hablando de sociedades iletradas, donde el conocimiento se transmite de forma oral. Un anciano puede tener conocimientos útiles para la tribu en situaciones excepcionales, como qué pozos tienen siempre agua (incluso en la peor de las sequías) o qué raíces son comestibles cuando el hambre aprieta (aunque sepan a rayos).

(9) Lo del patriarcado parece que viene de muy lejos. Véase también (4).

(10) Dicho de otro modo: una mujer que lleva el hiyab, se abstiene de comer cerdo, hace el Ramadán, reza cinco veces al día y ha peregrinado a La Meca ha dado pruebas suficientes al resto de musulmanes de que su compromiso con su religión es sincero y no se trata de una impostura. El caso de los caracteres sexuales secundarios es similar: la cola del pavo real no sirve de nada al macho, salvo para convencer a la hembra de que, si ha dedicado tanta energía a hacer una cola vistosa, es que se trata de un individuo sano con el que merece la pena aparearse.

(11) Recuérdese que Diamond es estadounidense y, como en muchos otros países, gran parte de su población solo habla una lengua.

(12) Esto merece una explicación. El rendimiento de una parcela puede variar de año en año y es en buena manera impredecible. Tener múltiples parcelas minimiza los riesgos, al estabilizar la producción. En nuestra sociedad se considera que las grandes parcelas son mejores por ser más productivas pero recuérdese que estamos hablando de sociedades tradicionales que cada pocos años se ven azotadas por el hambre. Para ellas, estabilizar la producción (aunque sea baja) es mejor idea que tener una producción muy alta varios años y luego perecer de hambre al siguiente.