viernes, mayo 28, 2021

Crítica: Ready Player One

Ready Player One es la primera novela de Ernest Cline. Tras conseguir el éxito editorial al instante, al cabo de pocos años fue adaptada al cine ni más ni menos que por Steven Spielberg.

El argumento es sencillo: James Halliday es el creador de Oasis, un juego MMORPG en el que prácticamente toda la población pasa buena parte del día, ya sea educándose, jugando o haciendo negocios. Al fallecer, Halliday desvela un último juego dentro del juego, una especie de aventura gráfica en la que el premio es, ni más ni menos que el control de Oasis.


Ambientada en un futuro relativamente cercano (2044), la novela bebe de la cultura pop de los años 80, en especial de los videojuegos, aunque también de series de televisión, cine y un poco de música. Pero Ready Player One va más allá de la simple ambientación y se adentra con descaro en el terreno de la nostalgia. Da toda la impresión de que, con esta novela, el autor rinde un homenaje a su propia infancia. Este es el gran acierto o el gran error de la obra: Ready Player One puede disfrutarse perfectamente sin el bagaje cultural que el autor presupone al lector pero, desde luego, se disfrutará mucho más de la obra si se puede regodear en el contexto. Como contrapunto, recurrir a la morriña del lector por la infancia y la adolescencias perdidas puede resultar un recurso facilón e incluso molesto si se limita a presentar un recital de nombres de juegos, series y películas.

Lo mejor de la novela es, sin duda, la pugna entre los jugadores y una gran empresa (Innovative Online Industries) que intenta hacerse con el control del juego. IOI no duda en utilizar sus inmensos recursos para pervertir la partida contratando especialistas, comprando artefactos, etc. Los jugadores, por su parte, tienen mentalidad libertaria y pueden actuar como lobos solitarios o bien organizarse en clanes, pero siempre en contra de la pérfida IOI. Más o menos lo que sucede en muchos juegos MMORPG de hoy en día, lo cual inspirará a todo gamer que se precie.

Ready Player One destaca por su estilo directo y extremadamente dinámico, que se lee con suma facilidad. Estilísticamente no es mala, pero podría estar mejor si no se viera continuamente interrumpida por los gadgets tecnológicos. Pero donde Ready Player One lo hace francamente mal es en la definición de los personajes, plagados de tópicos adolescentes. Ya sabe: chico tímido que salva el mundo, chica empoderada que se hace desinteresada pero que en el fondo (no sabemos por qué) está enamorada del chico...

Un último apunte: la novela es muy superior a la película, por mucho que esta última lleve la rúbrica de Spielberg. El filme es un derroche de efectos especiales en el que la trama pasa a un puesto secundario, a veces de forma injustificada.

En resumen, Ready Player One es una novela de aventuras muy entretenida que hará las delicias de los gamers y de los nostálgicos de los 80. No esperen, sin embargo, calidad literaria y -menos aún- personajes con cara y ojos.


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miércoles, mayo 05, 2021

Crítica: El fin del Imperio

El fin del Imperio es una novela de John Scalzi en la que se nos plantea un escenario en el que, gracias a una extraña propiedad de la naturaleza llamada el Flujo, la Humanidad ha colonizado diversos sistemas estelares pero ha perdido el contacto con la Tierra. El Flujo permite el viaje superlumínico sin necesidad de ir más rápido que la luz, lo que facilita enormemente el tráfico de mercancías entre las estrellas. Gracias a eso, los sistemas se especializan en determinadas actividades y dependen de los demás para obtener el resto de sus recursos. Se forja así un nuevo imperio, la Interdependencia.

Durante siglos, la Interdependencia ha florecido gracias a la estabilidad del Flujo. Pero esto está a punto de cambiar...

La obra muestra importantes paralelismos con el mundo actual, tan interconectado que un accidente de una mina de carbón china puede disparar el precio del bitcoin. En esta Interdependencia solo dos planetas tienen una atmósfera respirable, mientras que los demás dependen críticamente del comercio interestelar para sobrevivir.

El fin del Imperio es una novela muy dinámica, que no pierde tiempo en complejos diálogos internos o en prolijas descripciones, sino que deja que sean los diálogos los que dominen las páginas. Destacan los personajes de moralidad despistada y un cinismo de película que impregna de un peculiar sentido del humor toda la obra. No obstante, esto, que constituye uno de los pilares del libro se convierte, por repetición, en uno de sus principales defectos. Y es que en numerosas ocasiones los personajes son tan parecidos en forma de pensar, hablar y motivaciones que, simplemente, son indistinguibles unos de otros.

En resumen, El fin del Imperio es una space opera muy ágil, con interesantes paralelismos con el mundo actual y un sentido del humor muy logrado. Sin destacar estilísticamente, su principal defecto es que la construcción de los personajes flojea por repetición.




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