martes, junio 22, 2021

Crítica: Bautismo de fuego

Bautismo de fuego es la enésima novela de la saga de Geralt de Rivia de Andrzej Sapkowski.

La novela rompe con la forma de narrar la historia de sus dos predecesoras, la excelente La sangre de los elfos y la meritoria Tiempo de odio. Si en esas dos la acción la desarrollaban múltiples personajes y la narración transcurría en largos capítulos entre los que había saltos, en esta entrega el peso de la acción recae por entero en Geralt y Jaskier, con intervenciones muy esporádicas de Yennefer y Ciri. La continuidad de los personajes permite una narración mucho más reposada pero, por contra, le resta frescura y cambios de ambientación. La omnipresencia de Geralt y Jaskier permite profundizar en estos personajes, en especial la ambivalente relación que tiene Geralt con las mujeres. No obstante, esto hace que en ningún momento se produzca un clímax que atrape al lector. En resumen: sabes perfectamente que no les va a pasar nada malo porque, al fin y al cabo, son los protagonistas de la obra.


Este último punto se ve acrecentado por una idea del autor que -a mi modo de ver- resulta pésima y mata buena parte de la gracia de la obra. Y es que ¡tachán! Las acciones de Geralt no sirven de nada. Sin hacer spoilers, se dirige hacia A para encontrarse con B pero resulta que el lector sabe perfectamente que B no está en A. Es interesante porque te pone en la piel de unos personajes que están inmersos en el caos de la guerra (como bien la define Jaskier, "la guerra es un burdel en llamas") pero también logra que el lector desconecte completamente de la obra.

En resumen: no pasa nada, lo poco que pasa no sirve de nada y varios personajes clave ni aparecen.

¿Hay motivos para leerla? Sí, unos cuantos. En primer lugar, porque describe de forma magistral el caos de una guerra. ¿El enemigo? Pues por ahí anda. ¿Delante o detrás? Em... ¿Y esos de allí, no llevan uniformes del enemigo? Sí, pero parecen desertores. ¿Estamos a salvo, entonces? Más bien no, porque los desertores también son peligrosos. En segundo lugar porque, Bautismo de fuego, con ese afán desmitificador tan Sapkowskiano, nos presenta un personaje altamente carismático que tirará por la borda toda la literatura de vampiros habida y por haber. Aunque solo sea por esto, mereció la pena leer el libro.

En resumen, Bautismo de fuego rompe con las dos novelas de la preceden, al presentar una narración pausada y centrarse solo en Geralty Jaskier. Su principal mérito es sumergirnos en el caos de la guerra, a costa de que la obra pierda el objetivo.


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