viernes, mayo 26, 2017

Crítica: Zenobia y el rey

Zenobia y el rey es una novela corta de Rodolfo Martínez que regaló la AEFCFT a sus miembros. Así que, primera advertencia, es bastante difícil de conseguir. Segunda cosa que choca: que un autor regale una novela (corta). Más aún si resulta que es un autor consagrado (a riesgo de equivocarme debe ser el autor español de ciencia ficción que más vende en este momento), publica libros como churros y tiene su propia editorial.

Vale ¿y de qué va el librillo? Pues de cómo se casan Zenobia (no, no es esta Zenobia) y Conan (este sí es quien os pensáis). Debo decir que, de entrada, la temática (Conan) nunca me había interesado. Mi único contacto con ella es haber visionado la película en los años 80. Esta historia, para bien y para mal, se inscribe en el universo de Conan y, como este ya está creado, el guión está bastante prefijado. Así que empecé la lectura, debo reconocerlo, sin mucha convicción.

A pesar de mis reticencias el autor crea una historia que atrapa. Tiene un estilo muy depurado, dibuja los personajes con un detalle difícil de alcanzar en tan pocas páginas y desarrolla bien la trama. No os perdáis el personaje de Hadrathus, encargado de llevar la historia a su momento álgido.

Me da la impresión que el autor, de haber podido tener rienda suelta, hubiera llevado la historia a cotas más elevadas. Por desgracia, se tiene que ceñir a lo que ya está escrito sobre Conan y es esa -y no ningún demérito por parte de Rodolfo Martínez- la única pega de la obra. A pesar de eso, logra imprimir su propio estilo (si es que Rodolfo Martínez tiene estilo propio, porque lo poco que he leído de él es sorprendentemente variado) y salirse del típico guión de las historias de Conan.

En resumen, una novela corta más que decente, que atrapa muy rápido, con algún momento memorable y que deja con ganas de leer más de Rodolfo Martínez.

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lunes, mayo 22, 2017

Crítica: Fabricantes de sueños 2014-2015

Fabricantes de sueños es una recopilación que realiza anualmente la AEFCFT con los mejores relatos del año. Al contrario que en el Visiones, uno no envía el relato a la AEFCFT con la esperanza de que se lo publiquen en el Fabricantes de sueños sino que es tarea de la AEFCFT "bucear" entre los montones de relatos ya publicados cuáles son los mejores.

Dicho esto, en primer lugar cabe destacar el enorme esfuerzo de la recopiladora, Felicidad Martínez, y su buen y variado gusto. No es nada fácil seleccionar textos entre 3.000 posibles y en este caso se nota que se ha esforzado en bucear entre múltiples publicaciones para encontrar los mejores textos. Y, en segundo lugar, los textos son variados.

Ahora, al grano. La antología está bastante bien. Solo un relato me ha dejado frío. Y varios de ellos alcanzan la perfección. A destacar especialmente:

2084. Después de la revolución, de Elia Barceló. Es una maravilla ver cómo es capaz de describir la placidez de un paisaje para luego escribir una carta en potente lenguaje coloquial. Una historia llena de reflexiones morales, no se la pierdan.

El pastor, de Cristina Jurado. Una hipnótica y tranquila historia de un ser muy alienígena. Siento debilidad por este tipo de obras, qué le vamos a hacer.

La muerte es un río inagotable, de Carlos Pérez Jara. Tuve la suerte de leerla en su día en NM y, de hecho, me gustó tanto que meses después me la volví a leer, así que esta es la tercera vez que la leo. Es similar a la anterior, pero aún mejor: logra introducirte en una sociedad extraña de forma sutil.

Stultifera Navis, de Alejandro Álamo. Una entretenida y kafkiana historia alternativa donde, vete tú a saber cómo, el autor consigue que no pierdas el hilo en ningún momento.

Techt, de Sofía Rhei. Mi favorita de la antología Alucinadas. A quien le gusten los libros (como a un servidor) la historia le pondrá los pelos de punta.

Linda, de Juan Carlos Barragán. El autor logra que, pese al aparente desorden del relato, la narración sea fluida, bella y te atrape en todo momento.

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lunes, mayo 15, 2017

Crítica: Rayuela

Me da cierta vergüenza criticar una novela que está considerada como una de las obras maestras de la literatura mundial. Menos mal que este blog es irrelevante. Alguna ventaja tenía que tener.

Veamos, a ratos el libro es brillante. Por desgracia, no son muchos estos ratos. Algunas escenas -especialmente al principio- están escritas de forma espectacular. El capítulo 68, escrito enteramente en glíglico, es una genialidad que merece un monumento. Hasta aquí, las cosas que merecen la pena.

Luego vienen aquellas cosas que, teniendo mérito, no tienen gracia:
  • Eskrivir frases saltándose las nhormas gramatikales puede ser rompedor, puede tener mérito si se considera la época en la que se atrevió a hacerlo pero ¿es alta literatura? En mi opinión, no. Hoy en día millones de adolescentes escriben así.
  • Escribir intercalando frases no es hacer literatura sino una broma de mal gusto. Cuando aprendes a leer estas páginas, pues sí, oye, están bien escritas, no lo voy a negar. Pero, para mí, sigue siendo una pésima idea.
  • Los textos de Morelli son la antítesis de lo que debería hacer un escritor. Se supone que en eso reside la genialidad del texto y que Cortázar ironiza sobre él mismo. Algunas frases quedaron grabadas con fuego en mi mente, como "el coito puro de los caimanes". Te devanas los sesos tratando de averiguar qué demonios ha querido decir para acabar concluyendo que, oye, el autor te está tomando el pelo.
  • Los diálogos son pedantes, farragosos, estériles y continuamente hacen referencia a música, literatura o cualquier cosa que a Cortázar le pase por la cabeza. Incluyen frases enteras en francés. Suerte que Cortázar no residió en Japón y nos obsequió con algún diálogo en japonés, así para animar la cosa.
  • Leí la novela tanto del capítulo 1 al 56 como por el "orden salteado". En este segundo orden aparece el genial capítulo 68 pero abundan sobre todo recortes de prensa y textos extraídos de otros libros. Con razón los llaman "capítulos prescindibles". ¡Ah! Y vigilen, que con el "orden salteado" es fácil perderse (a lo mejor esta es una de las finas muestras de humor que no capté).
  • El desarrollo del libro es extraño. Así, por ejemplo, algunos críticos consideran la muerte de Rocamadour como uno de los elementos mejor elaborados de la novela. Pero es extraño, muy extraño, tanto que parece completamente ajeno al resto del capítulo. Y, tras ese momento transcendente, el autor devanea en unos cuantos capítulos intranscendentes antes de retomar esa línea argumental.
En resumen, mi consejo es el siguiente:
  • Lean el capítulo 68. No se lo pierdan.
  • Lean 1, 2 o 3 capítulos del libro por el orden convencional. Si les gusta, sigan adelante. Si no... No pierdan el tiempo.

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sábado, mayo 06, 2017

Estado general de la situación

He tenido unos meses moviditos.

Veamos ¿por dónde empiezo? ¡Ah, sí! He publicado un libro. Eso dicen, vamos. Eso ha supuesto dos cosas que había rehuido mucho tiempo. La primera es hacer público que a un servidor le da por escribir. Ni la familia ni nadie de mi empresa (en la que llevaba 9 años) lo sabía. Y la recepción de la noticia ha sido muy positiva. La segunda era hacer promoción y la verdad es que ha ido mejor de lo que esperaba. Sigo sin tener la soltura ante el micrófono de Santiago Segura pero he visto que tampoco se me da terriblemente mal.

Luego está el asunto de las ventas del libro. He descubierto que mucha, muchísima más gente de lo que preveía está dispuesta a comprar el libro si se lo entregas en mano. Hay bastante que lo quiere comprar en librería. Y pocos, sorprendentemente pocos, están dispuestos a comprarlo por la web.

Finalmente, respecto a la difusión, de momento ya no sé qué más hacer. Ya he hecho dos entrevistas de radio y tengo difícil conseguir más. He exprimido Facebook hasta aburrir al personal. La gestión con las librerías también consume su tiempo. Y las lecturas no suben en Goodreads (ya hablaré más extensamente de ello). Así que voy a aparcar la promoción de Los pintores de estrellas verdes hasta que no salga en ebook.

¿Qué más? ¡Ah, sí! Estaba terminando mi tercera novela. ¿Cómo va? Pues fatal, oye. Abril ha sido un desastre en este aspecto. ¿Por qué? Bueno, parte de la culpa la ha tenido que he cambiado de trabajo y creo que esto ha absorbido buena parte de mi capacidad intelectual. Eso por no decir que también tengo mucho menos tiempo libre.

¿Algo más? Bueno, sí. Tengo la firme intención de presentarme (por primera vez) al Visiones de la AEFCFT. Había preparado dos cuentos cuando ¡oh sorpresa! Decidieron obligar una temática para este año: la Paradoja de Fermi. Por desgracia, ninguno de los dos cuentos se podía encuadrar en esa temática. Ajo y agua. Afortunadamente me saqué de la manga dos nuevos cuentos:

  • Uno era corto, bello, fuera de mi literario habitual, iba completamente contra mi ideología y era... Raro.
  • El otro, mucho más estándar, lo desarrollé por si el plan anterior fallaba. Era uno de esos cuentos con sorpresa final tan típicos en mí.
Pues bien. El plan alternativo ha fallado. ¿Motivo? Excede el tamaño máximo. Eso me deja con el plan original. Vale, es bello. Y, aunque me parece increíble, el cuento se escribe solo. Vale, me gusta. Corrijo: ¡joder, cómo me gusta! Y eso que mi cerebro científico me pregunta de vez en cuando quién ha escrito semejante gilipollez. Y eso que es el tipo de cuento que escribe alguien que está loco. Así que, a finales de mayo, allá irá el cuento. Sea una genialidad o un bodrio infumable, porque con estas cosas nunca se sabe.

Así que, una vez liberado de la tarea de agradar a la AEFCFT y de hacer promoción de Los pintores de estrellas verdes, a mediados/finales de mayo retomaré El espejo vacío.



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