viernes, noviembre 30, 2018

Crítica: El portal de los obeliscos

El portal de los obeliscos es la continuación de la merecidamente aclamada La quinta estación, que ya reseñé en su día. Como toda secuela, es casi imposible mantener el nivel impresionante de su precedente, pero, en mi opinión, esta cojea
en demasiados aspectos.

¿Dónde empezar? Bueno, no hace falta decir que una secuela no puede sorprender como el primer libro. Peor aún, En la primera la autora pudo jugar con el ascenso de la protagonista de su poblado a ser una orogene, en esta ocasión no puede hacerlo. Sin embargo, un autor inteligente tiene muchas herramientas con la que jugar. Jemisin no lo hace. Si La quinta estación se iniciaba de forma lenta, con dos historias en paralelo que convergen al final, en esta ocasión el arranque lento y la narración en paralelo no cuajan. Pero su peor es que el libro carece de enfoque. Simplemente se limita a agregar páginas sin que pase casi nada. Y, lo peor, la autora retiene las explicaciones realmente interesantes que el lector anhela y luego las libera de una manera anticlimática.

En segundo lugar, el libro carece de la ingeniosa prosa de su predecesor. No hay muchas frases directas y rudas (que en el primer libro eran una maravilla), tampoco las sutiles y poéticas (que no abundaban pero haberla haylas). No me malinterpretes, no está mal escrito. Pero lejos de ser perfecto.

En tercer lugar, las piezas del rompecabezas son, por decirlo claro, demasiado predecibles. Y, cuando no lo son, te dejan con la sensación de que, bueno, podrían haber sido de una manera completamente diferente.

Y finalmente (me temo que es una opinión muy personal de mi parte), el libro pierde su personaje más icónico. Es cierto que gana otros, pero como el que se pierde, lo siento mucho, pero no hay otro igual.

En resumen, si bien me esperaba que no alcanzara el nivel del primer libro, me decepcionó el resultado final. El libro ahonda los fallos del primero sin aportar ninguna de sus sorpresas, giros inteligentes y dobles lecturas.

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sábado, noviembre 24, 2018

Hispacón 2018

El fin de semana pasado estuve en Salamanca, donde se celebró la Hispacón 2018. En otras palabras, la convención que organiza cada año la AEFCFT.

La verdad es que Salamanca me queda lejos pero el viaje valió la pena. No solo por la ciudad, de una belleza digna de renombre, sino porque una Hispacón es una oportunidad única de escuchar conferencias, hablar con aficionados, escritores, editores y críticos. Así, por ejemplo, pude escuchar a Daína Chaviano (venida expresamente de Estados Unidos) o Cristina Jurado (venida expresamente de los Emiratos Árabes). Manuel Gris animó un entretenido debate sobre los villanos, Israel Alonso trató de explicarnos una cosa llamada psicogeografía y, de casualidad, terminé charlando largo rato con José Luis González (la mano que fabrica los Ignotus y que formó parte de BEM on Line, donde publiqué dos de mis primeros cuentos).

Enhorabuena a la organización, que se vio en la lid de tener que montar la convención aprisa y corriendo (1).

Y también hubo polémica. En cantidades industriales. Antes y después de la convención. No es la primera polémica que hay (hay artículos escritos sobre las guerras del fandom) pero espero que no vaya la cosa a más porque, sinceramente, creo que hay mucha gente que está haciendo un gran trabajo. Las revistas digitales se están profesionalizando (varias son ya de pago), las ventas van al alza, cada vez hay más editoriales, la Hispacón ha aparecido en la prensa "seria"... Sería una lástima que todo ese trabajo se malbaratara porque no somos capaces de aguantarnos entre nosotros.

Nos vemos en la próxima Hispacón, Valencia 2019.


(1) Para quienes no lo sepan, la Hispacón es itinerante, lo cual significa que el equipo que la tiene que organizar carece de experiencia. Estos equipos inexpertos a veces fallan por falta de ganas, tiempo, experiencia o porque el político de turno no les quiere ceder un espacio... En los dos últimos años ha sido la propia AEFCFT quien, a última hora, la ha tenido que montar.



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martes, noviembre 06, 2018

Así está la cosa

Han pasado ya unos cuantos meses desde el último progress report de actividades así que va siendo hora de actualizar al mundo de lo que se cuece por aquí.

Desde que acabé El espejo vacío he estado escribiendo cuentos. De momento tengo terminados y enviados 3, que de momento no han corrido demasiada suerte. De estos, dos los he presentado a dos concursos y no los han seleccionado en ninguno de los dos. Por otro lado, he presentado dos de ellos a revistas pero de momento no he obtenido respuesta.

Sí, a veces la vida del pseudoescritor es dura.

Por otro lado tengo a medio terminar varios cuentos más. Por desgracia este último mes -por motivos personales- mi inspiración ha estado un poco distraída.

Ah. Una última cosa. He empezado a revisar El espejo vacío con las aportaciones de los amable betatesters. Una vez hecho, daré el salto al mundo editorial.

Esto es todo.



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