jueves, junio 27, 2024

Crítica: El fin de la muerte

El fin de la muerte es una novela de Liu Cixin (en chino se pone primero el apellido y luego el nombre, así que en las traducciones a veces se escribe según en el orden occidental: Cixin Liu) que culmina la trilogía Memoria del pasado de la Tierra que comenzó El problema de los tres cuerpos y siguió El bosque oscuro.

El fin de la muerte va adelante y atrás en el tiempo, con un prólogo ambientado en la caída de Constantinopla (1453), luego yendo al "presente", que se intercala con extractos de un narrador futuro que ha escrito un libro sobre lo sucedido. Este "presente" arranca con el descubrimiento de la civilización trisolariana, salta al momento en el que termina El bosque oscuro, con los humanos deteniendo la invasión al descubrir su particular versión la destrucción mutua asegurada, avanza y avanza hasta un muy distante futuro. Los cambios de ambientación y de Era resultan claves en la novela.

Casi todo el peso de la historia lo lleva Cheng Xin, una especialista de motores cohete que pasará de época en época. El papel de Cheng Xin en la obra es el de hacer de testimonio de lo que pasa y poco más. Su periplo por el tiempo la hace protagonista de grandes decisiones que afronta la Humanidad, algunas acertadas y otras equivocadas. Cheng se siente culpable cuando mete la pata pero sin pasarse y, personalidad, lo que se dice personalidad, parece que no tiene (resulta una lástima, porque en las dos novelas anteriores, si bien los personajes no estaban bien desarrollados, resultaban al menos mejores que en este libro).

Al igual que las otras dos obras de la saga, El fin de la muerte está lleno de ideas y muchas de ellas son brillantes. Como siempre, Liu Cixin se centra mucho en los aspectos sociales, con tendencias políticas y movimientos que van y vienen al albur de los acontecimientos. En cada época existe conflicto político y contraposición de ideas. En un original giro de guion, el autor incluso se atreve a plantar una democracia en China en un futuro lejano y, por sorprendente que parezca, la obra ha pasado el filtro de la censura. Respecto a las ideas científico-tecnológicas, tras la borrachera de ideas que se presentaban en El problema de los tres cuerpos (algunas muy interesantes y otras que provocaban cierta incredulidad), la trilogía ha ido ganando en solidez, ya sea por un mejor desempeño del autor o bien que el lector ya tiene asumidas las premisas de la obra.

La obra contiene dos momentos absolutamente insuperables de los que, por prudencia, no daré muchos detalles. El primero es el momento "a tomar por culo todo" y el segundo es el autohomenaje literario que plantea el autor: ganar una guerra interestelar con -literalmente- un cuento chino. Por contra, la coda de la obra resulta un tanto insulsa. Después de haber visto la épica de la guerra y las tensiones sociales, esperaba un final más excitante.

Estilísticamente hablando, resulta un libro comodón. Sin alcanzar grandes dotes artísticas, logra que se lea con agrado y uno pueda centrarse en la trama y las ideas. En este aspecto, resulta una mejora notable respecto al primer libro de la trilogía y demuestra que el autor ha logrado madurar su estilo.

Debo confesar que he tardado en leer El fin de la muerte porque, tal y como acabó El bosque oscuro, pensé que estaba bien dejar la historia así. Confieso que me equivoqué y que, tal y como advertían la mayor parte de las críticas, la trilogía va in crescendo.

En resumen, El fin de la muerte es una merecida culminación de la trilogía que logra corregir los defectos más aberrantes de la primera entrega para dejarnos un producto en el que los engranajes funcionan mucho mejor y en el que existen dos momentos absolutamente brillantes. Logra ser lo que en buena parte pretende la ciencia ficción: literatura de ideas. Lo es por la puerta grande, tanto en lo tecnológico como en lo social. Por contra, presenta un desempeño muy pobre en cuanto a los personajes y su final no está a la altura del conjunto.

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lunes, junio 24, 2024

La Paradoja de Fermi: ¿Dónde están los extraterrestres? A ver, que yo los vea

Tras mi exitosa carrera como escritor(zuelo) y crítico(n), me estreno ahora como articulista(o) en la excelente web de El Yunque de Hefesto. En la sección Desde el Microscopio, analizaré obras de ciencia ficción desde el punto de vista científico. El primer artículo ya está disponible: La Paradoja de Fermi: ¿Dónde están los extraterrestres? A ver, que yo los vea.

Para los despistados, la Paradoja de Fermi da cuenta de la aparente contradicción existente entre la elevada posibilidad que hay de que haya civilizaciones extraterrestres y el hecho de que no hayamos detectado ninguna.





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sábado, junio 15, 2024

Reseña de "Los pintores de estrellas verdes" en El Yunque de Hefesto

Siete años después de su publicación, Los pintores de estrellas verdes sigue dando que hablar. Esta vez, es la web El Yunque de Hefesto la que hace una reseña de la antología.

Los pintores de estrellas verdes es una magnífica colección de relatos que, con cierto regusto clásico, nos transporta a toda clase de futuros para que exploremos en ellos nuestra propia naturaleza. De hecho, Pedro P. Enguita nos retrata como víctimas y como verdugos, nos obliga a cuestionarnos el camino que estamos tomando y, sobre todo, a plantearnos si algún día desaparecerá la barrera que separa lo humano de lo artificial.


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lunes, junio 10, 2024

Crítica: La parábola del sembrador

La parábola del sembrador es una novela de Octavia Butler, autora afroamericana de la que ya reseñé en su momento la excelente Alba y que, si no la conocen, se la están perdiendo.

Conviene indicar que la parábola del sembrador es un pasaje de la Biblia. En él, Jesucristo menciona a un sembrador que lanza semillas, parte cae en el camino y es devorada por los pájaros, otra parte cae en terreno pedregoso y no puede echar raíces, otra parte cae entre espinos y es ahogada por la vegetación, finalmente una parte cae en buen terreno y puede germinar. En la parábola, Jesucristo se compara con ese sembrador; sabe que sus enseñanzas solo prosperarán en ciertos individuos. La novela convierte esta parábola en uno de los ejes centrales de la historia puesto que, como veremos, la protagonista funda una nueva religión.


La novela (escrita en 1993) nos presenta un futuro desolado por el cambio climático, en el que las precipitaciones son escasísimas y la sociedad estadounidense está colapsando. Algunas comunidades se aferran a la civilización fortificando sus barrios contra las bandas de delincuentes y desheredados. La última droga de moda convierte a la gente en pirómana (?!). Para los desesperados, algunas empresas ofrecen trabajo en "ciudades-empresa" que, en realidad, no son más que una elaborada forma de esclavitud (donde, no se lo pierdan, las deudas pasan de padres a hijos). Se reportan casos de canibalismo.

La protagonista de la obra es Lauren Olamina, una adolescente afroamericana que vive en una comunidad que intenta resistir. Con naturalidad, una serenidad un tanto impropia de su edad y sin caer en la moralina ni en el dramatismo, Lauren nos narra la caída al precipicio de lo poco que queda del imperio estadounidense. Cuando, como se ve venir, su propia comunidad es arrasada, Lauren tendrá que exponerse al exterior para tratar de sobrevivir.

Como avanzaba, la religión juega un papel clave en la obra. El padre de Lauren es un pastor y ella crea su propia religión: earthseed. A pesar de que al principio son ideas inconexas que escribe para sí misma, conforme las páginas pasan va cobrando importancia y, poco a poco, las personas que rodean a Lauren se ven interesadas en esa nueva religión. De nuevo, no hay moralina, no hay fe como tal, no hay milagros, no hay predicadores... Todo se desarrolla de forma natural, como si se tratara de una inexorable ley de la naturaleza y no queda claro (al menos en este primer libro de la saga) qué intencionalidad tiene la autora (defender el fenómeno religioso, criticarlo, diseccionarlo...).

El estilo de la obra es notable. Escrito en primera persona, con una protagonista adolescente, no se detiene en florituras. Frases cortas y sencillas pero maravillosamente hilvanadas. El libro se devora con suma facilidad y la autora utiliza todos sus recursos para mantener al mismo tiempo la facilidad de lectura, una elegante fluidez y una marcada emotividad. Buena parte del mérito lo tiene en la habilidad que tiene para mantener el ritmo. Como ya he comentado, la acción se desarrolla de forma muy natural. La autora no pretende sorprendernos con giros de guion ni cliffhangers. Se ven venir de lejos los dramas y la inevitable caída a la barbarie y, a pesar de todo, duelen de todas formas.

La combinación de ambiente apocalíptico, narración en primera persona y prosa sencilla pero cuidada recuerda gratamente a El cuento de la criada.

En resumen, La parábola del sembrador es una excelente novela de ciencia ficción ambientada en un apocalipsis climático, en la que prima la desintegración social y escrita son sublime sencillez. Su ritmo narrativo elude los trucos habituales y crea una historia que se desarrolla con una naturalidad tan sorprendente que produce envidia. La historia no se cierra del todo, en especial en lo referente a la religión, lo que deja al lector un tanto perplejo respecto a qué pretende la autora.


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