Crítica : Dioses útiles
Recientemente he leído Dioses útiles. Naciones y nacionalismos, de José Álvarez Junco. El autor, un prestigioso historiador que ha estado entre otros en O
xford, Harvard y la Sorbona, trata de explicar los nacionalismos de forma científica (todo lo científica que pueden ser las ciencias sociales).
El autor, catalán de nacimiento, zamorano de adopción y trotamundos por voluntad propia, intenta no "pecar" de nacionalista de ningún tipo. Algo que, sin duda soliviantará a los carpetovetónicos cuando alega que Cataluña podría haber corrido la misma suerte que Portugal y haberse independizado durante la Guerra dels Segadors. Pero también enfurecerá a los acérrimos catalanistas cuando les recuerda que Cervera, Berga, Ripoll o Manlleu siempre se mantuvieron fieles a Felipe V durante la Guerra de Sucesión.
El libro se agrupa en cuatro capítulos:
- La revolución científica sobre los nacionalismos
- Casos de construcción nacional
- El caso español
- Identidades alternativas a la española en la península Ibérica
En libro sorprende por la profundidad con la que trata el nacionalismo en general. En primer lugar, el autor ahonda en los términos "nación" y "nacionalismo". Nación, por ejemplo, la define así: conjunto de seres humanos entre los que domina la conciencia de poseer ciertos rasgos culturales comunes (es decir, de ser un "pueblo" o grupo étnico), y que se halla asentado desde hace tiempo en un determinado territorio, sobre el que cree poseer derechos y desea establecer una estructura política autónoma. Respecto a los capítulos 2, 3 y 4 mantiene el buen nivel, aunque a veces se echan en falta algunas páginas más. Esta carencia de extensión será sin duda aprovechada quienes vean atacada su santa nación.
Algunas de las ideas más interesantes que contiene el libro son:
- El pasado, pasado está : No se tome como algo personal acontecimientos que sucedieron cuando usted no había nacido. Una frase como "los indígenas americanos fuimos masacrados por los españoles" carece de sentido histórico.
- Las palabras, los símbolos y las ideologías cambian con el tiempo : El propio término "nación" ha ido cambiando, del mismo modo que "España" o cualquier otra palabra. Lo mismo vale para los símbolos: si en la Edad Media usted colgara una senyera catalana en su casa no estaría afirmando su catalanidad sino que usted era vasallo (o la casa propiedad) del rey de Aragón. Y, respecto a las ideologías, sucede otro tanto: los primeros nacionalismos -herederos de la Revolución Francesa- fueron de izquierdas, sorprende ver cómo los lejanos antecesores de la derecha actual se opusieron fervientemente a la creación de "la nación".
- Los nacionalismos son inventos recientes : Es obvio que conceptos como "francés" o "escocés" son muy antiguos pero eso no quiere decir que las personas se identificaran con ellos. Probablemente dieran más importancia a si eran nobles, en qué pueblo vivían o cuál era su religión. El primer nacionalismo proviene de la Revolución Francesa, cuando las personas dejan de ser súbditas de un rey y se convierten en "ciudadanos" de una "nación", con derechos incluidos. Obviamente muchas personas vieron las ventajas del nuevo régimen y estuvieron dispuestas a defenderlo. Pero el primer nacionalismo "moderno" aparece más tarde, con el romanticismo, cuando se asocia a la "nación" conceptos como raza, religión, lengua... Finalmente, el autor señala que, del mismo modo que aparecieron los nacionalismos, nada nos dice que en un futuro no puedan desaparecer.
- Las naciones se inventan : A los nacionalismos les encanta hundir sus raíces en la oscuridad de los tiempos (como si eso sirviera de algo). No obstante, hay numerosos ejemplos de naciones "inventadas", como por ejemplo Italia: nación que, en el momento de formarse legalmente (1861) no tenía una lengua común (la nueva nación adoptó como lengua oficial el toscano y lo llamó "italiano") ni una historia reciente en común (desde el año 568 a 1861 el territorio de Italia no había estado unido). Incluso para aquellas naciones que no son invenciones, los nacionalistas insisten en la necesidad de "nacionalizar" a sus habitantes, frase sorprendente cuando, a renglón seguido, nos dicen que la nación tiene siglos de antigüedad.
- Las tradiciones se inventan : El ejemplo del lenguaje italiano es bastante ilustrativo pero hay más. Las lenguas griega y turca tienen mucho de invención detrás. Respecto al caso español, durante varios siglos la imagen promovida de lo "español" fueron el baturro y las jotas. No los toros no estaban en la lista; sí, eran populares, pero causaban profunda repulsa en las elites, hasta el punto de que muchos periódicos se negaban a cubrir las corridas de toros. A finales del siglo XIX las elites intelectuales españolas decidieron que la imagen de sevillanas, flamenco & toros sería el arquetipo de "español".
- La historia se manipula a conveniencia : Todos los puntos anteriores sirven para manipular la historia a conveniencia. Sólo nos falta ahora señalar aquellos hechos que refuercen nuestra "visión" y obviar aquellos que resulten incómodos para ella. Así, por ejemplo, el nacionalismo catalán incide en la heroica resistencia de 1714 y obvia el hecho de que, cuando se produjo la revuelta de 1705 contra Felipe V, nueve mil habitantes abandonaron Barcelona (¿no eran tan catalanes como los demás?).
En resumen, un excelente libro para quien quiera ver los nacionalismos de forma aséptica. Muy profundo y un poco tedioso al principio, más ameno conforme va avanzando la obra aunque yo eché de menos cien páginas más. Absténganse nacionalistas acérrimos (no vaya a ser que la realidad choque con sus creencias).
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