Cómo se hizo "El espejo vacío".
Todo empezó en 1996, cuando leí Cronopaisaje (novela, por otra parte, altamente recomendable). En ella, un grupo de científicos del año 2000 tratan de enviar un mensaje a otro grupo de científicos de 1960 para advertirles de las funestas consecuencias que tendrán ciertos productos químicos.
Partiendo de esta base pensé en hacer mi propia versión de Cronopaisaje. Corría 1997 (creo) y la obra se llamaba, ejem, Salvar a Hitler.
¿Sigue usted allí?
Salvar a Hitler estaba ambientada en un mundo arrasado por una devastadora guerra nuclear en el que un grupo de científicos soviéticos tratan de encontrar cómo alterar el pasado para que las cosas vayan mejor. Y lo encuentran... Solo tienen que evitar que un aspirante a pintor de Viena muera de una enfermedad infecciosa. El pintor se llama Adolf Hitler.
Algunas de las ideas de Salvar a Hitler se encuentran en El espejo vacío:
- La existencia de universos paralelos.
- Los grupos de científicos que los investigan.
- La Alemania nazi.
- La ambientación del capítulo 30.
Sin embargo, Salvar a Hitler tenía un grave inconveniente. Proponer salvar a Hitler para salvar el mundo es, hum, éticamente incómodo. Así pues, como suele suceder, la idea quedó aparcada.
Entre tanto, en el año 2000 me enteré de que China había enviado una serie de expediciones navales. A mí, que siempre me he mostrado muy orgulloso de mis conocimientos de historia, me abochornó saber que las expediciones de Zheng He se me hubieran pasado completamente por alto. Y, para colmo, me enteré mediante una serie de dibujos animados.
Sí, había nivel.
Hacía tiempo que me rondaba la idea de que, dado que en España es casi imposible vivir de la ciencia ficción, no sería una mala idea escribir una novela histórica. Así nació Velas rojas, cuyo argumento era el siguiente: las expediciones navales chinas no se detienen en 1421. China "descubre" Europa y la novela termina con la expedición china emprendiendo el viaje de regreso a casa.
Sí, había nivel.
Hacía tiempo que me rondaba la idea de que, dado que en España es casi imposible vivir de la ciencia ficción, no sería una mala idea escribir una novela histórica. Así nació Velas rojas, cuyo argumento era el siguiente: las expediciones navales chinas no se detienen en 1421. China "descubre" Europa y la novela termina con la expedición china emprendiendo el viaje de regreso a casa.
Algunas de las ideas de Velas rojas se encuentran en El espejo vacío:
- La línea temporal china.
- La sinificación de Europa.
- El prólogo.
Entusiasmado con la idea, empecé a documentarme e incluso cursé dos años de chino.
Y, por fin, llegó el momento de empezar a escribirla. Febrero de 2007. Y entonces ocurrió el desastre. Descubrí que Velas rojas tenía un grave inconveniente. La novela tenía que terminar justo cuando acaba la expedición de Zheng He a Europa. Vale. El problema, el gran problema es que ¿qué tipo de final es ese? Lo habitual en las ucronías es ubicarlas en el presente, para que el lector se pueda identificar fácilmente con ese universo alternativo. ¡Pero Velas rojas estaba ambientada en el siglo XV! ¿Cómo podía atraer al lector?
Debía, por tanto, narrar también el «presente». Bien. Retomé la idea de Salvar a Hitler y puse a una científica a investigar sobre universos paralelos. La idea era alternar los capítulos en los que se narraba la expedición de Zheng He a Europa con los del presente, en los que una científica buscaba universos paralelos. En ese momento cambié el título a El año del dragón.
Sin embargo, en seguida vi que no tenía suficiente material para escribir la línea china del siglo XV. No era un problema de ideas sino de documentación.Y, para colmo, seguía sin tener claro de qué iba a ir la línea temporal del presente.
¿Qué tal si añadía más líneas temporales? Sin duda, eso reduciría el "peso" de la línea china. ¿Recuerdan como empezó todo esto? Sí, con Salvar a Hitler. Así pues, ya tenemos la línea temporal alemana. Soy gran fan de la civilización romana, con lo que ya tenemos a los romanos en la novela y...
Una de las mejores cosas que suceden al escribir es que las mejores historias nacen de elementos inconexos. Eso fue lo que sucedió aquí. Corría el año 2007 y la gente andaba loca con unas cosas nuevas llamadas "redes sociales". Decidí incluir ese elemento en la novela y llevarlo un paso más allá. Y entonces, súbitamente, todo cobró sentido.
La historia que quería narrar necesitaba cuatro líneas temporales. Ni una más ni una menos. Podía librarme de la china del siglo XV y centrarme en la Europa sinificada. Añadí la nazi, la romana y, para rematar, la árabe. Y la novela se iba a llamar al final El espejo vacío.
Desde 2007 hasta la fecha han pasado muchas cosas. En primer lugar, el proyecto resultó mucho más arduo de lo esperado. Multiplicar los escenarios y líneas temporales no disminuyó la tarea de documentación sino que la aumentó. En segundo lugar, porque me dio por escribir relatos y eso resta tiempo. En tercer lugar, porque ahora tengo un empleo "normal" con poco tiempo libre. Y, por último, uno es humano y a veces pierde la motivación.
Pero, por fin, aquí está. Ahora toca juzgar el resultado.
Etiquetas: autobombo, el espejo vacio, literatura