sábado, marzo 16, 2024

Crítica: Dune (parte II)

Casi tres años después de Dune (parte I), ha llegado, por fin, la segunda parte, con la que Denis Villenueve concluye la adaptación del primer libro de la saga de Dune.

¿Primera valoración? Si le gustó la parte I disfrutará de la II. Verá menos cortes para explicar lo evidente (las Bene Gesserit, la especia...) y los personajes se desarrollan más y mejor. Le falta espectacularidad y épica, eso sí.La película comienza justo donde nos dejó la anterior, con Paul y Jessica siendo uniéndose a una partida fremen,y termina con la derrota de los Harkonnen.

Lo mejor de la película son, para mí, las actuaciones, en especial los personajes que presentan evolución y complejidad a lo largo de la historia, como los de Javier Bardem / Stilgar (que pasa de un líder de moralidad dudosa a un fervoroso creyente que resulta casi cómico), Zendaya / Chani (que despliega un abanico muy amplio, ignorando a Paul, riéndose de él, enamorándose tiernamente de él y oponiéndose a él) y Timothée Chanlamet / Paul Atreides (el muchacho inocente, el líder, el tirano...). También son dignas de elogio las de Stellan Skarsgard / Vladimir Harkonnen (un malo que genera una intensa mezcla de repulsión y miedo), en menor medida las de Rebeca Ferguson / Jessica Atreides y Austin Butler / Feyd-Rautha Harkonnen. Las menos destacables son las apagadas interpretaciones de la familia imperial, pero precisamente es lo que corresponde a los personajes.

He escuchado críticas a los diálogos y al guion en sí. La verdad, no he encontrado motivos de queja. Sin dejar frases para la posteridad, no he encontrado errores de base. Sin duda, se pueden criticar frases como "solo el verdadero mesías negaría su divinidad" que parece sacada de La vida de Brian pero, honestamente, me pareció la mejor forma de plasmar la perplejidad del asunto.

Una de las grandes pegas de esta segunda parte es que me faltó espectacularidad y épica. Recordemos que estamos hablando del director de La Llegada, de Blade Runner 2049 y de Dune (parte I), en todas esas películas nos regaló muchos momentos inolvidables mediante las imágenes. Así, por ejemplo, en la parte I hubo múltiples momentos que quitaban el aliento solo con la imagen (la llegada de la nave del heraldo imperial, la escena de la bruma con la nave de las Bene Gesserit, la partida y llegada Caladan --> Arrakis, el ataque de los Harkonnen, el gusano de arena, incluso la estación biológica tenía una arquitectura brutalista que quitaba el hipo) pero en la parte II el único momento verdaderamente memorable es el anfiteatro Harkonnen (filmado, no se lo pierdan, en infrarrojo, lo cual crea una sensación grandiosa, alienígena y desagradable al mismo tiempo). Hay otro intento de crear un momento impactante al principio, mediante un eclipse, pero no logra el efecto deseado al tratarse precisamente del inicio de la película y hubiera sido más interesante ponerlo en otro momento. El resto pasan sin pena ni gloria y mira que teníamos momentos aprovechables. En la novela los habitantes de cada sheikh se cifran en miles de personas (nada de eso se plasma en la película), la batalla final no impresiona tanto como la de la parte I, apenas salen naves espaciales y los gusanos generalmente se desaprovechan envueltos en polvo. Teniendo en cuenta que Dune I costó 165 millones de dólares y Dune II ha costado 190, cabe preguntarse en qué se han gastado el dinero. Ciertamente no en decorados ni en efectos especiales.

La música, compuesta de nuevo por Hans Zimmer, retoma el estilo de la primera entrega, con muchos sonidos alienígenas y brutales, si bien se nota algo más de sinfonía, lo que hace que sea más agradable al oído.

Por supuesto, los más puristas se preguntarán hasta qué punto esta Dune (parte II) es fiel al libro original. La respuesta es que bastante, si bien se aparta más de la novela que la parte I. En particular, algunas desviaciones como la personalidad de Chani y el hecho de que Alia no nazca en toda la película, levantarán ampollas. Respecto a Alia, resulta un personaje difícil de digerir y que desvía la atención de lo verdaderamente importante, así que es comprensible que no salga salvo en estado fetal. La personalidad de Chani despierta más dificultades ¿está enamorada de Paul y -simultáneamente- se erige en su gran detractora?

En resumen, Dune (parte II) es una excelente película de ciencia ficción y aventuras, fiel al libro original y donde deslumbran las interpretaciones, pero para ser una obra maestra debería haber sido más espectacular y épica.


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martes, marzo 05, 2024

Crítica: El problema de la paz

El problema de la paz es una novela de Joe Abercrombie, la segunda (tras la lograda Un poco de odio) de la saga de la Era de la Locura.

Se trata de una novela de fantasía (en la que, a decir verdad, de fantasía hay más bien poca, tan poca que -a excepción de un único momento de la obra- podríamos pensar que no la hay en absoluto), ambientada en un mundo ficticio con claros ecos del real. Así, tenemos una Unión (Reino Unido), una nación llamada Angland (Inglaterra), unos norteños (escoceses) y un movimiento social contra la revolución industrial (ludismo). No es de extrañar que esta saga triunfe en el Reino Unido, la verdad.


La obra continúa los acontecimientos justo donde los dejó su predecesora, después de que la Unión se libre in extremis de dos problemas acuciantes: una invasión de los norteños y un levantamiento de los obreros de las fábricas. Lo mejor de la novela son, sin duda, sus personajes. Si en Un poco de odio la gran cantidad de los mismos resultaba abrumadora, en esta ocasión podemos deleitarnos con ellos, pues la mayor parte repiten. Así, tenemos a Odo, célebre holgazán convertido en rey muy a su pesar, tendrá que madurar a marchas forzadas para enfrentarse a los retos que se esconden entre los traicioneros pasillos. Savine tendrá que recomponer su vida tras descubrir que ha estado practicando felaciones a la persona equivocada y, ya que se pone, aumentar aún más su fortuna. Leo, el noble y no muy inteligente héroe de la Unión, tendrá que vérselas con la ingratitud del Consejo Cerrado. Stour Ocaso, el gilipollas rey de los norteños, tendrá que encontrar nuevas y estimulantes formas de meter la pata tras haber perdido absurdamente su duelo con Leo. Finamente, Rikke emprenderá un viaje para abrir definitivamente sus poderes y ponerlos de nuevo a trabajar.

No es una obra que destaque por su solidez estilística, si bien Abercrombie se desenvuelve con soltura en todos los ámbitos. Destaca especialmente el humor que rezuma toda la novela, una marca de la casa que arranca más de una sonrisa e incluso alguna carcajada. Al principio, no obstante, el excesivo uso de lenguaje soez por parte de múltiples personajes genera que estos queden un tanto desdibujados. Con el paso de las páginas se incrementan los matices y, gracias a ello, alcanza nuevas cotas.

Como no podría ser de otra forma, la novela termina con una batalla en la que el autor nos sumerge magistralmente en el caos, el horror, el heroísmo y lo absurdo de la guerra. Si hay un autor que borde las batallas, ese es sin duda Abercrombie.

En resumen, El problema de la paz es una excelente novela ¿de fantasía? que supera incluso a su predecesora Un poco de odio. Si busca personajes interesantes, tramas complejas, batallas, un poco de crítica social y quiere deslizar algunas sonrisas a costa de humor ácido y un poco soez, esta es su obra.

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