Hace pocos meses terminó la primera temporada de la altamente recomendable The Mandalorian y, por supuesto, nos quedamos con ganas de ver cómo continuaba la historia. Pues bien, ya llegó y la segunda temporada ha estado a la altura de las expectativas.
El principal defecto de la serie es que mantiene el formato standalone de los capítulos, que es uno de los pocos defectos de la primera temporada. En más de una ocasión los personajes parecen meras marionetas encajadas con calzador para satisfacer las exigencias del guión. Y eso por no hablar de ciertos agujeros de guión, que eran inapreciables en la primera temporada pero que en la segunda claman al cielo.
Los dos primeros episodios son los más flojos de toda la temporada, en especial el primero (que puede resumirse en: se abre el telón, el mandaloriano mata a un bicho, se cierra el telón). Las peripecias de este peculiar papá soltero galáctico y sus habilidades matando monstruos entretienen, pero poco más. No obstante, la serie coge cuerpo, con un excelente tercer episodio, culminando en el quinto, que para mí es el mejor de toda la temporada, y rematando con un épico final.
En esta segunda temporada sacan todo el potencial que puede dar Baby Yoda, profundizando en la relación que mantiene con el Mandaloriano y deleitándonos con todas las monerías de la que es capaz. También nos muestra el interesante punto de vista del Imperio sobre todo lo que sucede en la galaxia. Esto permite comprender cómo se reorganiza el Imperio tras la calamitosa Batalla de Endor, algo que Disney olvidó bochornosamente en las secuelas. Aparecen diversos personajes que harán las delicias de los fans, si bien posiblemente no interesen demasiado al gran público, lo cual a veces peca de excesivo fan service.
Es una lástima, no obstante, que no se haya potenciado más el estilismo en los combates que tanto juego dio en la primera temporada. De hecho, solo se aprovecha en el quinto capítulo. En algún momento, incluso, la serie parece más interesada en pegar tiros (y poner en evidencia la mala puntería de los malos) lo cual, insisto, es una lástima.
Por lo demás, la serie sigue luciendo una fábrica excelente en cuanto a efectos especiales, fotografía, escenarios y actuaciones.
En resumen, The Mandalorian mantiene el tipo en esta segunda temporada, con Baby Yoda alcanzando cotas espectaculares, reaparición de algunos personajes del universo Star Wars (algunos justificables, otros no tanto) y un guion que, salvo algunos agujeros, tiene el acierto de explicar la reconstrucción del Imperio. Como defectos, destacar un excesivo peso de los capítulos standalone y no haber aprovechado todo el potencial estilístico que podría haber dado la serie. Como último apunte y sin hacer espoilers, el arriesgado final nos deja preguntándonos qué nos deparará la tercera temporada.
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