¿Bye, bye NASA?
No es oficial, pero no parece que falte mucho para el anuncio: la NASA cancelará el programa lunar.
La realidad es un poco más complicada que la frase anterior. La NASA no tiene presupuesto para enviar astronautas a la Luna y el Congreso de los EE.UU. no piensa concederle más dinero. Sin la Luna el programa espacial norteamericano se quedará varado de nuevo en órbita terrestre, lo cual será mucho más barato.
El problema es, si cabe, más complejo todavía. La NASA deberá retirar los transbordadores este año o -a más tardar- el que viene. No le queda más remedio porque el anterior administrador de la NASA Sean O'Keefe forzó el cierre de algunas fábricas de componentes de los transbordadores. Al quemar las naves pretendió asegurarse que no había vuelta atrás en la vuelta a la Luna.
Tener una cápsula como la Orion en órbita terrestre no sería mala cosa si no fuera por los siguientes aspectos:
- La Orion está diseñada para el viaje lunar. Para órbita terrestre es demasiado pesada (y cara).
- La Orion no estará lista para volar hasta el 2016 (por lo menos). EE.UU. volará al espacio hasta esa fecha comprando asientos en naves rusas.
- Si se considera que la situación anterior es humillante para la primera potencia del mundo considérese lo que supondrá ver cómo vuelan en sus propias naves los rusos (1 & 2), chinos y, si se despistan demasiado, hasta los indios.
- Aún no se sabe con qué cohete se lanzará la Orion.
- Aún no se sabe qué cohete pesado se desarrollará para -tal vez, más allá del 2020- volver a la Luna.
- Resulta difícil de prever el impacto que tendrá en la opinión pública norteamericana verse "reducidos" de un flamante "avión" a una mera cápsula.
Es este último punto el que más escuece entre quienes defienden la NASA. De hecho, con el plan actual parece que la NASA tendrá que comprar naves privadas entre el 2011 y el 2016 (sólo si no están disponibles se recurrirá a las Soyuz rusas). Los pro-NASA aseguran que las empresas privadas no han demostrada nada y que confiarles el futuro de la exploración en el espacio es extremadamente arriesgado. Este punto ha sido ampliamente contestado desde la propia comunidad de aficionados a la astronáutica, bastante hartos de la mala gestión de la NASA. Las empresas privadas no han demostrado nada todavía pero, de momento, han logrado mucho con recursos muy escasos. Y aquí, por fin, es donde llegamos al quid de la cuestión. A la NASA no le importa demasiado que los rusos estén diseñando una nueva nave o que los indios piensen en montar una: al fin y al cabo resultará fácil espolear a la opinión pública americana para no quedarse atrás. Sin embargo, si las empresas privadas son capaces de hacer lo mismo pero mucho más barato (y sin costarle un céntimo a los contribuyentes) resultará complicado convencer al americano de a pie de la necesidad de dar a la NASA miles de millones de dólares al año para lanzar astronautas. En ese caso se quedaría reducida a la investigación científica y tecnológica y -quizás- al fomento de la actividad comercial.
Por supuesto, nada de esto es definitivo. Se acercan tiempos interesantes.
Etiquetas: astronáutica