Crítica: Oryx y Crake
Oryx y Crake es una novela de Margaret Atwood ambientada en un mundo postapocalíptico poblado de extraños seres. El protagonista de la obra emprende una arriesgada misión de reabastecimiento enfrentándose a todo tipo de peligros.
Hasta aquí todo lo que va a leer sobre la sinopsis, porque la novela destaca por dar pocas pistas sobre su propia ambientación. Este mundo raya el surralismo, empezando por el nombre del protagonista: Hombre de las Nieves (sí, ha leído bien). Atwood nos mete en la historia poco a poco y, durante bastantes páginas, todo parece un sueño, una pesadilla o un cuento envuelto en la bruma del misterio. El propio protagonista parece algo confundido, consumido por los fantasmas del pasado, la enfermedad y el hambre.
Conforme avanzan las páginas, Atwood nos narra la infancia y adolescencia de Hombre de las Nieves y se empieza a comprender este interesante mundo. Un mundo en el que cobran especial importancia Crake (un genio y amigo de la infancia) y Oryx, una mujer de la que se enamora perdidamente Hombre de las Nieves. Pero algunos aspectos quedan deliberadamente envueltos en la incoherencia, dos versiones de la historia aparentemente incompatibles. Una, la que da Hombre de las Nieves y otra, la que da Oryx. Se contraponen aquí dos visiones del mundo, la de los países ricos y la de los países pobres. En lugar poner el foco en las injusticias (lo que no quiere decir que no las retrate con toda su crudeza), Atwood se centra en las contradicciones e hipocresías nada disimuladas del mundo "desarrollado".
La novela es una ácida crítica de la sociedad capitalista y su desmedido afán por ganar dinero y por seguir las modas. Así, tenemos a las grandes corporaciones creando deliberadamente enfermedades que luego les generarán pingües beneficios. Esas mismas corporaciones no dudan en jugar a ser dioses y crear todo tipo de seres contranaturales para satisfacer la demanda del mercado. Así, vemos cruces de mofeta y mapache, cerdos y humanos, ratas y serpientes... Los gobiernos piden seres dóciles que sirvan como trabajadores. Los ciudadanos de a pie y sus "necesidades" tampoco se salvan de los latigazos de Atwood. Así, por ejemplo, vemos a veganos que solicitan modificar el aparato digestivo de sus hijos para que puedan alimentarse de hierba. Por todo ello, Oryx y Crake constituye una mordaz crítica social.
Un punto magistral de la obra es su gran cantidad de humor negro, que contribuye a templar los ánimos en este mundo apocalíptico. La narración transcurre de forma fluida y estilísticamente tiene algunos puntos magistrales, pero también es bastante irregular y en otras ocasiones parece que la pluma de Atwood pierde agilidad.
Como aspecto negativo conviene señalar que los personajes parecen una recopilación de clichés: el científico frío y el adolescente gamberro. Peor aún son las relaciones entre ellos, con relaciones tóxicas donde los peores estereotipos del pasado tratan de parecer creíbles en una novela de ciencia ficción.
En resumen, Oryx y Crake es una obra muy interesante. Apocalíptica y, al mismo tiempo, muy divertida, llena de dobles intenciones y de crítica social, resulta una combinación muy original. El toque surrealista y confuso de la obra, que se abre a múltiples interpretaciones, resulta todo un golpe de efecto, aunque puede molestar a más de uno.
Etiquetas: crítica, literatura